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A Pleno Sol; Distracciones y polémicas

diariodominicano.com

Por Manuel Hernández Villeta

Santo Domingo, R. D., 13 de septiembre, 2023.- La polémica entre los tres candidatos presidenciales luce estéril, fuera de época, y evasiva de ir a los acuciantes problemas nacionales. De cara a la tribuna el tema banal, o fuera de época, puede ser  atractivo, pero no conduce a ningún sitio.

Lo más relevante de la vida nacional no es en estos momentos desempolvar los escritos y el pensamiento de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. Los líderes políticos dominicanos han sido productos de circunstancias determinadas, que ya están en el pasado.

Nadie reivindicó ni siguió las enseñanzas de Bosch o Peña Gómez. Ni siquiera estando en el gobierno aplicaron lo que ellos pensaban sobre la utilización del poder, en favor de las mayorías.

Al llegar al Palacio Nacional todos los presidentes se han refugiado en el tratado populista de Joaquín Balaguer. En el liderazgo política nacional Bosch y Peña Gómez son dos olvidados y hoy se aplican más los métodos de Balaguer, sin  caer  en la persecución política y las violaciones a los derechos humanos.

El debate de este año 23 del siglo 21 no puede ser levantando las ideas de dos lideres que se desarrollaron en el siglo pasado, y que nadie ha levantado su bandera como acción de lucha y reivindicación.

En la política para la toma del poder hay que ir a debatir la crisis económica, social, generacional y moral que sufre la sociedad dominicana. Ninguno de los candidatos presidenciales abunda sobre estos temas.

Se debe polemizar en torno a programas de gobierno y en la búsqueda de soluciones a la marginalidad que sufren cientos de miles de dominicanos. Lo demás no pasa de ser parte del espectáculo.

Los libros de Bosch, Peña Gómez y Balaguer que vayan a la discusión de los intelectuales, pero los aspirantes a la presidencial deben tener otra agenda.

Cierto que los programas de gobierno no pasan de ser simple hojas impresas, que se echan rápidamente al zafacón. Desde el 1966 nadie ha levantado un programa de gobierno, que se cumpla cuando se llega al Palacio.

La exposición debe ser pública, siguiendo los parámetros que permitan las circunstancias, pero no necesariamente un debate cara cara que no aporta nada, salvo la difusión en vivo por la televisión.

El liderazgo político nacional tiene hoy que dar un salto adelante. No puede seguir utilizando en campaña electoral temas para disfrute de la multitud, mientras que deja  escondido lo que debe ser la punta de lanza de la presentación de las ideas de cómo se piensa gobernar el país. ¡Ay!, se me acabó la tinta.