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España, 10 de septiembre, 2023.- (La humanidad requiere curar sus vínculos, corregir sus andares, amonestar sus debilidades, y hasta moralizar las propias habitaciones interiores de cada cual, sin desmoronarse, ni bajarse de la cruz de cada día. Para ascender hay que descender antes, desprenderse de las miserias y prenderse a la verdad. Todo esto indica que existe una corresponsabilidad existencial, que nos llama a recogernos entre sí y a acogernos en los demás).
I.- EL ACOMPAÑAR A QUIEN SE EQUIVOCA
Todos necesítanos de la mano amiga,
de la compasión personal y colectiva,
de la sana vecindad entre vecindarios,
de la conciliación entre los hermanos,
al ser comunión y unión de espíritus.
Reestablecer el alma hasta ser olmo,
es reponer latidos para sentir el verso,
es volverse poesía para conjugar voz;
pues no hay mayor axioma que amar,
porque el amor es lo que nos cautiva.
Resguardar debe ser nuestro desvelo,
preservar de los males nuestro sueño,
y desertar de las tentaciones el ardor;
pues pararse y repararse ya es anidar,
es revolverse en paz y volverse savia.
II.- EL CUSTODIAR CON AMOR DE HERMANO
El amor todo lo dispensa y armoniza,
todo lo logra de corazón y lo alcanza,
todo lo sustenta y lo sostiene de vida,
todo lo entrega, reintegra y absuelve,
consecuente con sus defectos y faltas.
La capacidad de cuidarnos en unión,
de moldear relación para orar juntos,
es un buen modo de transitar activos,
y una buena manera de hacer hogar,
de restaurar vínculos y hacer familia.
Cristo nos estimula a todos a su mesa,
nos convoca a proclamar la Eucaristía,
nos concentra a santos y a penitentes,
nos agrupa y reagrupa en jaculatorias,
para la acción y corrección afectuosa.
III.- EL DESVIVIRSE POR VIVIR EN COMPAÑÍA
Tenemos la certeza de que el Señor,
jamás nos abandona en el itinerario,
en la búsqueda del bien y la unidad,
en la exploración del ser y del estar,
dado que su soplo vive en nosotros.
El espíritu nos concilia y reconcilia,
es una fuerza viva que nos renueva,
que nos crea y nos recrea cada día,
con el cultivo de los diversos dones,
y la fuente de su verdadera libertad.
Pasemos del estado de la confusión,
al estado de la gracia del bochorno;
avergonzados de las propias caídas,
elevaremos los vuelos arrepentidos,
y hundiremos las penas con poemas.
Víctor CORCOBA HERRERO
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