Por Héctor Tineo Nolasco
Diariodominicano.com
PUERTO PLATA, el 9 de septiembre de 1863, durante la Guerra de la Restauración, las fuerzas militares anexionistas recibieron nuevos refuerzos de la colonia española de Cuba.
El 9 de septiembre de 1863 desembarcó en Puerto Plata, el Segundo Regimiento del Rey, comandado por el brigadier Rafael Primo de Rivera. El nuevo refuerzo militar español vino procedente de la Habana, Cuba, en el vapor de guerra «Isabel La Católica», que había zarpado de la Capital cubana el día 4 de septiembre.
También desembarcó en la ciudad Puerto Plata, el batallón de Cazadores de la Unión, cuyos miembros vinieron en el vapor «Pájaro del Océano».
Al entrar a Puerto Plata, los refuerzos militares se organizaron bajo el mando del brigadier Rafael Primo de Rivera, para ir a Santiago a sumarse a las tropas españolas que eran combatidas por los restauradores.
Desde que España sufrió las primeras bajas en los combates con los restauradores, el gobernador español Ribero, declaró el estado de sitio en el territorio nacional y pidió refuerzos a las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico.
El día 29 de agosto de 1863, las fuerzas anexionistas habían recibido nuevos refuerzos militares con la llegada del Batallón Puerto Rico, enviado por la Gobernación Española en la isla de Puerto Rico.
Los militares españoles llegaron a Puerto Plata, procedentes de Puerto Rico, en el vapor «Correo de España».
La disposición fue autorizada por el Gobernador de Puerto Rico, General Mesina. Fue el segundo refuerzo militar enviado por las gobernaciones de España en el Caribe para tratar de aplastar el movimiento restaurador.
Los primeros refuerzos militares llegaron a Puerto Plata el día 27 de agosto de 1863, en el vapor «Isabel II».
De inmediato se sumaron a los españoles que trataban de frenar el avance de los restauradores que luchaban contra los anexionistas.
Ese mismo día, fuerzas dominicanas comandadas por el general Gregorio de Lora, secundado por Juan Nouesit, tomaron a Puerto Plata.
La Guerra de la Restauración comenzó el día 16 de agosto de 1863, cuando un grupo de próceres declaró el «Grito de Capotillo».
A partir del 16 de agosto de 1863, los españoles lucharon con más de 40 mil hombres para tratar de frustrar la Restauración de la República, pero al final tuvieron que reconocer la victoria de los dominicanos.
La guerra terminó el 10 de julio de 1865, cuando comenzaron a salir las últimas fuerzas militares que se mantenían en la República Dominicana.
Al referirse a los hechos el General Gregorio Luperón, en sus «Notas Autobiográficas y Apuntes Históricos», afirma que «En la mayor parte de las peleas que se dieron a la bayoneta por los españoles y al sable por los dominicanos», la victoria quedaba casi siempre a favor de los restauradores.
En opinión del prócer de la Restauración Gregorio Luperón, «El soldado español era valiente, arrojado y sufrido» y «el dominicano era audaz, intrépido y persistente».
Gregorio Luperón apunta que el Ejército español perdió 18 mil españoles, sin contar los de las reservas dominicanas ni los voluntarios de Cuba y de Puerto Rico, que no se contaban en el número de los muertos de España.
De acuerdo con la versión del prócer de la Restauración: «Los dominicanos perdieron más de cuatro mil hombres, sin contar tampoco los que murieron en las filas de los españoles, porque en aquella circunstancia aquellos desgraciados, no eran ni dominicanos ni españoles. Eran los ilotas de la fatalidad y del destino». (sic)