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A Pleno Sol; el expediente haitiano

diariodominicano.com

Por Manuel Hernández Villeta

Santo Domingo, R. D., 10 de julio, 2023.- La prohibición de una marcha que realizarían haitianos,  pidiendo que la comunidad internacional ayude en encontrar una solución a sus problemas internos, fue manejado con diplomacia y energía por las autoridades dominicanas.

No existen  condiciones para que un desfile  haitiano recorra las calles de la capital haciendo esas demandas. Hay sectores nacionalistas dominicanos   que ya estaban amenazando con salir al frente a la manifestación.

Lo correcto fue la decisión del ministro de Interior y Policía prohibiendo la marcha. Ya las normas constitucionales indican que los extranjeros no pueden utilizar el país para fines proselitistas, o para airear  asuntos internos de su lugar  de origen.

La prohibición era necesaria, pero las autoridades pudieron conversar con los haitianos, explicarles razones y lograr que ellos suspendieran la actividad, sin tener que tomar la drástica medida.

De seguro que ahora la prohibición aparecerá en el  resumen anual de los organismos de las Naciones Unidas, como una violación a los derechos humanos, y de discriminación contra los haitianos, cuando esa no es la realidad.

Por todos los medios, la República Dominicana tiene que mantener sus manos fuera de Haití. Permitir que se hagan aquí movilizaciones pidiendo una intervención militar en Haití o cualquier tipo de asistencia humanitaria, es un expediente peligroso, que desde ahora hay que desarticular.

Por demás, a los exiliados políticos o económicos no les está permitido realizar ese tipo de actividades en el país que le dé albergue. También habría que determinar la cantidad de ilegales que  pueden participar en estas actividades.

Hay siempre un tema candente en las relaciones de los haitianos que residen en el país, y es que ellos quieren pasar a considerar a los hijos de ilegales como dominicanos, cuando ello ya está enmarcado en la Constitución dominicana.

Los hijos de ilegales también son indocumentados. En recordarlo no hay xenofobia, ni violaciones a los derechos humanos. Los dominicanos no son responsables de la crisis haitiana, y no tienen que ser los que la lleven sobre los hombros.

Sin violar principios de derechos humanos, sin atropellos, hay que reivindicar lo que manda la Constitución  con la migración ilegal. Con estos señalamientos no se cae en el racismo, ni en el desconocimiento del derecho a la vida de los haitianos nacidos aquí de padres ilegales.