Mi Voz, Opiniones

Caos vial en área de hospitales en Santiago

Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta

Tomando a Nueva Delhi como parámetro del caos en las vías públicas y el comportamiento humano, diríamos que mucha semejanza guardamos en muchos puntos críticos en áreas de movimiento comercial.

Pero en nada deberíamos justificar que exista caos vial en zonas hospitalarias, como ocurre en los alrededores de los hospitales Salvador Bienvenido Gautier, Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, Hospital Materno-Infantil San Lorenzo de Los Minas,  y Hospital Docente Dr. Francisco E. Moscoso Puello, este ultimo ubicado en una de las zonas capitalinas de mayor afluencia de vehículos y peatones, para contar solo algunos casos, donde la presencia y efectividad de agentes del orden del tránsito, vehicular y peatonal, no guarda sintonía con las necesidades de ingreso y salida segura de esos grandes hospitales.

Si existen lugares donde menos se aplica ni mínimamente el concepto  de Ley de Transito, externado y sancionado por nuestros honorables legisladores, es precisamente donde mas se requiere rigidez en el imperio de la imposición del orden público.

Entrar y salir de un hospital en República Dominicana es un caso traumático; equivaldría a tratar de cruzar una simple calle en Bangladesh, a juzgar por los streams publicados en la red internacional, sobre el movimiento vehicular en esa nación. Quizás este yo exagerando. Un poco nada más. El resto de la historia resulta en una realidad lastimosa en perjuicio de los usuarios y empleados del sistema de servicios hospitalarios del país, específicamente en las provincias Santo Domingo, Santiago y San Cristóbal, lugares donde se concentra el grueso de la población citadina dominicana.

HAY QUE HACER ALGO

Muchas veces se ha venido hablando del caos imperante en el tránsito de las áreas criticas, y  raras veces han calado esas voces en el espíritu de servicio de los funcionarios de las alcaldías y demás organismos establecidos por la Ley para regular el transito, y procurar el libre y seguro acceso del peatón, enfermo o sano, a los lugares de su derecho intrínseco.

Caos generalizado y enfermizo es el que tiene lugar en las vías de acceso al Hospital Regional Universitario José María Cabral y Báez, en la parte céntrica de la ciudad de Santiago.

Ilógicamente, en los tramos comprendidos entre las avenidas 27 de Febrero, Sabana Larga, Pedro Francisco Bono y calle Sánchez, (de Norte, Este, Sur y Oeste) que conducen, en una sola manzana, enorme, al referido hospital público, la segunda, tercera y cuarta vía siempre están congestionados.

La avenida Pedro Francisco Bonó, que conduce a la entrada al Departamento de Emergencia del hospital regional más grande del país, que brinda un excelente y envidiable servicio a la región Cibao, un enclave habitacional que aglutina a ciudadanos de        provincias, ubicadas al Norte, teniendo como referencia panorámica la imponente Cordillera Septentrional (51000) y la obligada vista hacia el Pico Diego de Ocampo.

El área de dicho hospital (HRUJMCYB) también lo comparten el Instituto Oncológico Regional del Cibao, Instituto de la Piel y el Hospital SEMMA, de los maestros, cubriendo toda la mega manzana de las calles antes explicadas.

La impotencia nos embarga, observando la falta de una valoración, aunque sea mínima, de nuestras autoridades, lo cual se refleja, de nuestras autoridades, lo cual se refleja, a simple vista,  por la ausencia la AUSENCIA  TOTAL de agentes de AMETRASA. Durante los horarios de llegada de los requirentes de servicios públicos de salud, que son de 7 a 8 de la mañana y de 3 a 4 de la tarde, hora esta última, cuando se despacha al grueso de los departamentos de consultas, y se retiran paulatinamente, el personal médico, de apoyo y docente (el Hospital Cabral y Báez es universitario), que por lo general, lo hacen usando la salida que da a la avenida Sabana Larga.

A veces aparecen motorizados de AMET, que quieren imponer sus reglas de manera intempestiva y, aun con sus razones, olvidan sus propias reglas y olvidan el mal para luego querer solucionarlo en un dos por tres.

FALTA DE RECURSOS, MISION, VISION PROFESIONAL O TODOS A LA VEZ

Entre las vías de acceso de las ambulancias y vehículos policiales, la que más problemas representan para el buen desempeño de las emergencias hospitalarias, es la arteria ,as transitada del casco urbano d la ciudad corazón: Avenida Las Carreras.

Esa vía, es utilizada, mayoritariamente, por los organismos de socorro, como son los camiones del Cuerpo de Bomberos, las ambulancias de los hospitales de cada provincia y las que se comprometen con el sistema d emergencias 9-1-1 y los ordinarios que trasladan de manera individual a enfermos y hasta heridos, en automóviles de uso civil, los  cuales permanecen tiempo extra dentro del caos de los en taponamientos, generados  por el desconocimiento de la Ley de Transito, sentido común de que se debe priorizar su paso seguro y firme hacia los departamentos de emergencia a los que se dirigen, y por la existencia de rutas de «concho», que entorpecen la fluidez en el tránsito vehicular habitual.

De repente, me pongo «medio a medio» en la calle Pedro Francisco Bonó que conduce al Departamento de Urgencias Medicas del Hospital Regional Universitario José María Cabral y Báez y allí, tomando el «cuadre» característico de fotógrafo, con toda la calma del mundo, tomo la foto que amerita este escrito: Un furgón de abastecimiento de una emblemática empresa nacional que opera en los alrededores, se detiene obligado por el caos del tránsito y obstaculiza cualquier intento urgente de llegar al hospital usando la indicada via, que entronca con la calle Sánchez.

Por suerte, una ambulancia ululando cual grito desesperado, a poco de cruzar el furgon de 45 pies de largo, 5.5 pies de altura y una envergadura de 7.5 pies.

Una «garata con puños», al estilo descriptivo de una decima de nuestro insigne poeta Juan Goico Alix, se soltó allí, delante de todos. Es notoria la siempre puntual pelea entre conductores. Entre ellos y hasta con los transeúntes. Unos en su lucha por la prevalencia sindical en los puntos concurridos de Santiago, muy frecuentes en la capital y San Cristóbal.

Frente al «Marion», un chofer detiene su destartalado vehículo en medio de la calle y golpea al agente de AMET de puesto alli, lo manda al extremo del ring, cual Vampiro Cao. El agente se repone y recibe el famoso «abrazo del Oso», del legendario de la Lucha Libre y campeón de la bolita del mundo, nuestro eterno Jack Veneno. Extenuado, el pobre policía ni logra entender del asunto, que sobrevino por un antiguo altercado sindical, donde el agente de AMET era el «chofer pirata».

Un caos. Es como escribir historietas sobre papel mal reciclado, donde aparecen trozos de noticias semejantes. El dominicano es una leyenda. Y ese trajinar en su plena búsqueda del día a día, se traduce en las faltas involuntarias y hasta obligadas de civilidad. Hace muchos años que en nuestras escuelas no se imparte la materia de MORAL Y CIVICA, aduciendo nuestros teóricos que ordenan la edición de libros escritos por mejicanos y argentinos, para nuestros niños. 

Debemos priorizar la creación de un dispositivo multidisciplinario perimetral al área de esos hospitales.

Santiago cuenta con suficiente personal experto en tránsito terrestre, de gran valía. Lo ha demostrado durante décadas, los Directores de Transito Municipal del Ayuntamiento, que jugaron un papel preponderante en el flujo vial, tanto, que muchos de ellos fueron llamados en su momento histórico, a consultas sobre la problemática del tránsito terrestre, por los ediles capitalinos.

Tenemos a la AMET, integrada desde el antiguo Departamento de Transito de la Policía Nacional («Tráficos»), por agentes reguladores muy conocedores del asunto. Una meta y visión permanente; un plan perpetuo y autoevaluadle del conglomerado municipal de Santo Domingo, Santiago y San Cristóbal, tendería a la eliminación de bolsones en las vías públicas, vehicular y peatonal, lo cual resultaría en la afluencia segura y a tiempo del personal que a diario requiere de los servicios médicos. El paciente llega temprano y sin estrés; el médico atiende a una persona fría, lo que también se traduce en menos estrés para los galenos y la administración de las facultades medicas.

LOS VENDEDORES AMBULANTES

Hemos visto con mucho pesar, que el personal policial encargado de la seguridad del gran centro médico regional, tiene y mantiene una visión equivocada del tema de la seguridad. No entienden que dentro del marco de la seguridad general encomendada, existe la seguridad interna, externa y perimetral.

EL PERIMETRO SEGURO

En un área determinada, existen diferentes enfoques sobre seguridad, que se traduce en la necesidad imperante en determinada área. Dentro de un recinto, esta la seguridad del personal de servicio y de apoyo, la seguridad de las instalaciones estructurales y de los equipos) y en este caso, de las medicinas, expedientes, etc.).

En sus alrededores, está el personal que cuida de los vehículos, del acceso del personal y de las personas que requieren del servicio médico expedito.

En el Hospital Regional Universitario José María Cabral y Báez no se cumple mínimamente, la tarea de garantizar el libre y seguro acceso. Ni por la seguridad del hospital, ni por los agentes de AMET. Los motociclistas se parquean sobre las aceras (área para caminar) y hasta se cruzan las motos, cuales dueños de las vías públicas, para impedir, cual desidia, que los peatones caminen sobre ellas de manera libre, representando un peligro inmenso, ya que los vehículos que penetran al área de las emergencias llevan heridos, enfermos y otras clases de urgencias.

Los taxistas se parquean en áreas de entradas y salidas del Instituto Oncológico y el Instituto de la Piel y solo un agente a cargo del hospital de los maestros (SEMMA), impide ese irrespeto a las normas elementales, como la de garantía al acceso, sin menoscabo de sus derechos perentorios a procurar su sanación.

Un grupo inmenso de expendedores de productos diversos ocupa las aceras adyacentes e internas. Un acabose. Los mas sufridos son los pacientes y sus acompañantes de apoyo, que llegan desde los mas recónditos lugares de la región del Cibao, los cuales sufren atropellos, improperios, vejaciones y robos a plena luz del día, fruto del estado estresante al que es sometido en plena vía pública. Llegan a su médico estresados y lo transfieren al personal del hospital. Llegan en gran medida traumados a sus hogares y lo transfieren a sus familiares, representando un peldaño mas abajo que lograra subir con adicional esfuerzo.

En Santo Domingo es peor. Los carteristas abarrotan hasta el más ínfimo rincón y se llevan los recursos que deberían usar los enfermos para la adquisición de las medicinas recomendadas por los facultativos y hasta suceden casos extremos de secuestros, robos compulsivos y violentos.

Proponemos, una reunión consultiva de los incumbentes de los departamentos de tránsito terrestre de los diferentes municipios de las principales o del total general de las provincias del país, bajo el concurso expreso del Ministerio de Transporte, de los sindicatos de choferes y de la sociedad civil debidamente organizada, a fin de presentar propuestas que lleven a la solución definitiva y consecuente de la problemática vial en la República Dominicana.

carlos ricardo fondeur morontacarlosfondeurmoronta@hotmail