Por: Rafael N. Fernández
Las religiones han hecho que aquellos que no son culpables de las grandes desigualdades sociales, sean los que se sientan culpables ante Dios y vivan pidiendo perdón por los arrebatos, injusticias y crueldades que los verdaderos culpables viven causándole al planeta, a la vida y a sus distintas formas y especies.
Es absurdo y totalmente injusto que, por creernos seres espirituales; Permanezcamos inertes ante los grandes males sociales y no pongamos a los verdaderos culpables en el lugar que les corresponde por sus malas actuaciones, por los desafueros que a diario acontecen y que, en ocasiones, ponen en tela de juicio lo esencial y a quienes obran conforme a la verdad.
¿Acaso existe un porqué contundente e irrebatible para sentirse y creerse pecador, para vivir la vida entera en ese drama de flaqueza y auto descalificación?
¿Donde están las evidencias que dan por sentado la existencia de un «Jardín del edén» y la expulsión del hombre y la mujer de ese lugar por consecuencia del «Pecado»?
¿Quien estuvo en el momento justo en que Dios lo creaba todo, y escribió y describió todo ese acontecer de sucesos extraordinarios y atemporales?
No hay que tener sobrada inteligencia para saber que el «Génesis» que es el primer libro de la Biblia cristiana no es más que un cuento mitológico y que, probablemente, su originalidad haya sido altera y adaptada al monoteísmo, pues algunas investigaciones confirman que su trama asume en parte la mitología mesopotámica.
Hemos arrastrado por siglos con la culpa de «Un pecado original» basado en un mito, y los líderes religiosos, ni tontos, ni perezosos, se valen de ese mito para coartarle a sus adeptos el derecho a pensar por sí mismos y a rebelarse contra cualesquier forma de manipulación dentro o fuera de la congregación.
Como la rebeldía es condenada bíblicamente y es considerada un pecado; Descansan sus predicas en ese argumento, en ese primer acto de desobediencia que condujo al ser humano al «Pecado original» para manipularlo y alejarlo del conocimiento científico y hacerlo sentir contrito, humillado, imperfecto, Incluso incapaz de tomar partido en las grandes transformaciones sociales donde se requiere de uno de los dotes más importante de la evolución humana, la rebeldía, pues quien no se rebela contra lo establecido, simplemente se convierte en una pieza más del rompecabezas y, por ende, no contribuyen en nada a la evolución de la sociedad, no aporta nada nuevo.
Lo más grave de esa obnubilación fundamentalista es que, no es un grupo reducido de personas que creen en ese fallo de origen que nos persigue como fantasma, sino millones de personas en el mundo y todas esas personas creen que hay que perdonar o dejar pasar por alto muchas de las cosas que destruyen, descomponen e impiden el buen funcionamiento de una sociedad, porque todos somos pecadores y perdonar es un acto amor.
Las religiones han contribuido, de un modo u otro, con el estancamiento cognitivo del ser humano, haciéndolo culpable y deudor de lo incierto. Las culpas religiosas no sólo acallan nuestro yo interior, sino que desencadenan toda una ensarta de falacias que como cadenas aprisionan a quienes tienen una mentalidad vacilante y poco ilustrada.
Superar esas barreras mitológicas y encontrarnos a nosotros mismos desde una espiritualidad menos aflictiva y más comprometida con la realidad, es en esencia, la tarea del momento. Lo que somos y seremos, depende de nuestra capacidad de asimilación de la verdad, porque sólo a través de la verdad, Podemos ser libres; capaces de entender a plenitud la vida y brindar libertad a los demás. Las religiones han tergiversado la verdad valiéndose del ingenio y la fantasía; han creado una envoltura altamente filosófica para disfrazar la realidad y perpetuar a través del tiempo los remanentes del oscurantismo.
Conocer a Dios desde lo que somos es hacer posible la armonía y el bienestar colectivo, es asunto de conciencia, observación y acción, pues sólo a través de la conciencia se observa para actuar y se actúa para reivindicar, para hacer tangible lo que el dogmatismo religioso ha venido postergando: Una comprensión más humana, sensible y acertada de todo cuanto nos rodea, del orbe en toda su magnificencia y de la vida en sentido general.
Rafael N. Fernández
Poeta y escritor dominicano
Enviado: carlos ricardo fondeur morontacarlosfondeurmoronta@hotmail.