Por: Rafael N. Fernández
(Poeta y escritor dominicano)
La violencia es la más imperdonable manifestación de la insensatez, lamentablemente todos, de un modo u otro, nos hemos dejado llevar por la ira, actuando de forma irracional, en contra de nuestra propia condición de seres civilizados y en evidente detrimento de nuestros semejantes.
La violencia es el instrumento del cual se valen las personas mezquinas para imponer su voluntad, quieren ser aceptados y apreciados, pero no aprenden a vivir y dejar vivir, no aceptan y, a veces, no comprenden la realidad de una ruptura, de una relación disfuncional, de una negación o de una ofensa; deciden por la ira como único camino, y consuman de forma terrífica su inconformidad, generalmente y por cobardía; optan por agredir a quienes menos pueden defenderse: niños, mujeres, ancianos, minusválidos e incluso animales domésticos.
La violencia comúnmente se hace presente donde hay más debilidad psicológica, tanto del que la exhibe como del que la recibe; sus amargas, traumáticas e indelebles secuelas no tienen justificación posible y las razones o sinrazones que en determinado momento las suscitan son indudablemente de índole negativa: la ignorancia, la marginalidad, los celos, la infidelidad, el alcoholismo, el machismo, el egoísmo, la incomprensión, la drogadicción, la impulsividad, la incomunicación, el fanatismo.
Toda acción negativa conduce a un estado de inconsciente reacción, y toda reacción proveniente de dicha acción es, por lo regular, un seguro detonante de las sombras que ocultamos en silencio, de nuestras más profundas debilidades, frustraciones e inconformidades. La irracionalidad tiene raíces más oscuras que la noche y su existencia proviene en gran parte de la nesciencia y la permisividad familiar, una persona impulsiva indudablemente está llena de prejuicios y, por ende, posee una mentalidad débil y vacilante, los males con que ha crecido y las virtudes que por la falta de corrección le han negado, lo hacen altamente vulnerable al descontrol.
Un verdadero ser humano que conoce los altibajos de su propia naturaleza, no tiende a maximizar las circunstancias adversas, no es obsesivo, no discrimina, ni se comporta de forma incauta; sólo lucha con insistencia por mejorar lo que es, pues lo demás es una lucha por metas transitorias, necesarias hasta cierto tiempo, pues con los años todo va perdiendo nivel de aceptación e importancia.
La violencia se manifiesta de distintas formas, sin embargo, toda forma de violencia parte del mal uso de nuestro albedrío.
La falta de control interno no sólo nos impide asimilar la realidad de un acontecimiento o de una decisión ajena a la nuestra, sino que nos roba la posibilidad de vencer los deseos, temores, recelos, inseguridades y arrebatos, que paulatinamente nos conducen a un estado de salvaje, primitivo e inaceptable comportamiento.
Rafael N. Fernández
(Poeta y escritor dominicano)
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