Por: Julio Ortega Tous |
¿Hacia dónde va el PLD? El compañero Franklin Almeyda ha abierto un debate en las páginas de Vanguardia del Pueblo Digital que plantea la identidad ideológica del partido y el camino que a su entender escogió el Profesor Bosch y que es el apropiado para el desarrollo de la República Dominicana.
En su última entrega de esta semana, del 21 de abril de 2014, el compañero Almeyda nos explica las razones que llevaron a Bosch y al grupo fundacional del PLD, aún antes de fundarse el partido en diciembre de 1973, a escoger una orientación de centroizquierda. Pero cabría preguntarse, ¿qué es la izquierda, el centro o la derecha política? ¿Son aplicables estas categorías a la realidad política actual de la post-guerra fría de esta primera mitad del siglo XXI?
La denominación de izquierda o derecha surge en el proceso inicial de la Revolución Francesa de 1789. Una vez formada la Asamblea Nacional en ese año, después de la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, y en las discusiones de la Constitución, los diputados que compartían otorgar al Rey un derecho de veto a las leyes de la Asamblea Nacional se sentaron a la derecha del presidente de la misma. Aquellos que se opusieron al veto del monarca, y que argumentaron que la soberanía sólo debe residir en el pueblo, se sentaron a la izquierda de la Asamblea Nacional. En pocas palabras: aquellos que querían mantener en cierta forma el estatus quo del absolutismo monárquico se sentaron a la derecha, y aquellos que eran partidarios de abolir esos derechos de la monarquía y que la revolución iniciada ese año depositara todo el poder en el pueblo, se sentaron a la izquierda. A partir de ese instante, progreso se identificó con izquierda y derecha con mantenimiento del estatus quo. El centro devino en una especia conservadurismo liberal o liberalismo conservador.
La Gran Revolución Francesa de 1789 fue el modelo casi universal de la revolución burguesa occidental. Esa revolución cambió todas las estructuras existentes. Creó un poder republicano nuevo y arrasó con todas las instituciones y herencias de la monarquía feudal absolutista. Esa tradición fue tan importante que el derecho, las instituciones y la tradición de la Gran Revolución Francesa perduran hasta nuestros días.
Karl Marx, a partir de mediados del siglo XIX, creó un método de análisis de la historia y una ideología basada en materialismo histórico y el estudio detallado de la sociedad capitalista. ¿Resulta pertinente todavía en el siglo XXI reclamar actualidad a los trabajos de Marx, el materialismo histórico y el método marxista como valido y adecuado para entender la realidad presente? El Profesor Juan Bosch pensó que si, al menos en sus análisis de las décadas de los años 70 y los 80. Incluso, el Profesor Bosch se declaró personalmente marxista y partidario del materialismo histórico.
El compañero Almeyda cita una trabajo poco conocido de Marx, descubierto y publicado en 1939, titulado como «Grundisse der Kritik der polistichen Ökonomie» en Moscú y solamente publicado en otra lengua europea, en italiano, en 1956, siendo la edición en español de 1971. Una de las secciones de los «Grundisse» es la llamada «Formaciones Económicas Pre-capitalistas (Formen)», editados por la editora Siglo XXI. Existe una riquísima y amplia introducción del gran historiador marxista británico Eric Hobsbawn. Ese trabajo, que son más bien borradores de ideas de trabajo de Marx para la preparación de su gran obra «Das Kapital» (El Capital). En una carta escrita por Marx en noviembre de 1858 a Ferdinand Lasalle le aclara que los «Grundisse» «eran monografías escritas en muy diversos periodos para mi propio esclarecimiento y no para publicación».
Por ello, Marx hace una división muy elemental de las «formaciones económicas pre capitalistas» en Formen, que el clasifica en modos de producción «asiático, antiguo, feudal y moderno burgués». Los Formen no pueden tomarse como la última palabra del creador del materialismo histórico en materia de análisis de las formaciones económicas pre capitalistas. Mucho más importante y decisivo puede considerarse la que posteriormente se ha venido a llamar la «Ley del desarrollo desigual y combinado», la cual fue esbozada por el propio Marx, desarrollada por Engels, Lenin y Trotsky, en la cual se explica cómo, en el desarrollo histórico comprobable, se combinan al mismo tiempo formas pre capitalistas y atrasadas de producción con las más modernas formas de producción social y tecnológica de cada época.
George Novak historiador norteamericano, resume, en un interesante texto titulado «La ley del desarrollo desigual y combinado de la sociedad», los elementos más relevantes de esta ley que puede comprobarse a través de la historia humana, al menos de los últimos 3,000 años.
En su grandiosa «Historia de la Revolución Rusa», León Trotsky resume dicha Ley de la siguiente manera: «Las leyes de la historia no tienen nada en común con el esquematismos pedantesco. El desarrollo desigual, que es la ley más general del proceso histórico, no se nos revela, en parte alguna, con la evidencia y la complejidad con que la patentiza el destino de los países atrasados. Azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados se ven obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos del ley del desarrollo desigual y combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado».
Es decir, en lugar de esquematizar la sociedad dominicana como una sociedad pre capitalista a secas, que requería por tanto una «revolución burguesa», que de hecho era y es así todavía hoy, hay que tener una aproximación a la historia reciente y más antigua dominicana, a partir de esta Ley del desarrollo desigual y combinado».
Por tanto, el esquema de izquierda, centro o derecha resultan irrelevantes. El programa político y económico que requiere la sociedad dominicana es un programa de Progreso constante, basado en reformas sociales inclusivas, desarrollo de la clase media y el desarrollo capitalista moderno propio del siglo XXI. El ejemplo de Corea del Sur, que pasó de una sociedad atrasada y pobre todavía en la década de los años 1960, con un PIB per capita más bajo que el que tenía entonces la República Dominicana, a ser cincuenta años después un país industrializado, altamente productivo y moderno, punta de las más modernas tecnologías, combinado con los modelos de desarrollo social de los países avanzados, se debe basar en una CONSOLIDACIÓN de la postura de izquierda progresista del PLD, tomando en cuenta como se combinan de forma desigual las distintas formas de producción, y como se destraban por parte de la acción reformadora del Estado.
VanguardiaDigital/22 de abril de 2014
2014-04-22 22:58:51