Opiniones

A Pleno Sol El click del poder

Por Manuel Hernández Villeta

A mitad del siglo pasado, la politica era una ronda de chismes de vecinos. Se ganaba la presidencia a ritmo de pantalones, con el sable en la mano, o con un pico de oro que adormecía a las masas con su oratoria. Hoy saber manejar una computadora, o tener el equipo humano que lo haga, puede llevar a la Presidencia.

Lejana es la época de José María Velasco Ibarra, quien gobernó en cinco períodos diferentes a Ecuador, y se ufanaba que si le dejaban subir a un balcón, ganaba las elecciones. No había llegado la época de los medios masivos de comunicación, y un país había que cubrirlo a lomo de caballo o de mulo.

El viejo caudillo Velasco Ibarra llegó al poder en cinco ocasiones, y finalmente fue derrocado por los militares. Hombre de verbo incendiario llenó una época donde para ser presidente se tenía que tener coraje y jugarse el pellejo en cada movimiento, cuando los generales a la bartola eran reyes tanto en Ecuador como en República Dominicana.

En los estertores de la muerte se hizo su mea-culpa: «Yo pido perdón al pueblo, por los posibles errores que pude haber cometido en la vida; y al mismo tiempo perdono a todos los que no estuvieron de acuerdo alguna vez conmigo»,

Hoy un líder político no tiene necesidad de un balcón. Parece un chiste de mal gusto pensar que una presidencia se puede alcanzar con un orador subido en un balcón, pero nosotros tuvimos a Trujillo, que a lomo de caballo peinó todo el territorio nacional y se levantó como la voz de los menesterosos, para ser un cruel dictador al final del camino.

El caballo y el balcón son dos anacronismos. Ayer y hoy hay dos cosas en común. Nunca los programas de gobierno han tenido importancia. Son un manojo de papeles que se levantan para atraer público, pero que nunca se convertirán en realidad. Además, al votante común y corriente poco le importa lo que es un programa de gobierno.

En Estados Unidos y Europa unas elecciones se ganan por el color de la corbata o la sonrisa que aconseja el encargado de imagen. Nada más. A un candidato a presidente al salir en la televisión solo se pide que tenga una cara fresca, que sepa cual es el encuadre de cámara y que en ningùn momento pierda una mueca que a su manejador le parecería genial.

Ya en la República Dominicana se va llegando a la etapa en que las elecciones se van a decidir por quien tenga más empleados moviendo las redes sociales. La época de las grandes marchas y los discursos incendiarios de Peña Gómez o del doctor Balaguer, o la cátedra política de Juan Bosch, son parte de un lejano pasado.

El futuro nos trae la marcha de la tecnología y sin conocer el pensameinto de un político, lo señalaremos en la boleta porque combina bien su camisa y su pantalón. La revolución de las redes sociales se utilizó como punta de lanza en la Primavera Arabe, y fue un fracaso total. La llegada de esa modernidad puede llevar a los dominicanos también a ser víctimas de una modernidad que únicamente servirá de velo para ensombrecer más el futuro.-

2014-05-07 06:28:06