Opiniones

La industria del sicariato

EL TIRO RAPIDO

Mario Rivadulla

El asesinato por encargo con diferencia de pocos días de las jóvenes Zuleika Flores Guzmán, señalada como el objetivo a dar muerte y poco antes por error, el de NatashaSing Germán al confundirla los matadores con la anterior, ha traído de nuevo a la actualidad el tema del sicariato como una modalidad criminal que era desconocida en nuestro escenario delictivo hasta hace unos años.

En sus comienzos y por largo tiempo los crímenes por contrato cometidos en el país, quedaron asociados y limitados al campo del comercio de drogas, principalmente debido a la lucha interna entre bandas y capos locales, por el control de los mercados de consumo o como consecuencia de los llamado «tumbes» entre los propios narcotraficantes.

Ya hoy no es así. En realidad no lo es desde mucho antes, cuando la práctica de llevar a vías de hecho crímenes por encargo se salió de los estrictos cauces del narcotráfico y comenzó a tener otras motivaciones y propósitos, ya fueran diferencias en los negocios, despechos amorosos, venganzas personales o cualquier otro. Un ejemplo típico y sobradamente publicitado, más que nada por la lenidad mostrada por la Justicia en este caso, es el atentado sufrido por el joven periodista y abogado Jordi Veras.

No es el único, sin embargo. Otros de menos repercusión, ya juzgados y sancionados o que aún se mantienen impunes han tenido lugar en lo que al presente se nos ofrece como una estructura organizada, que ofrece los servicios de gente dispuesta a matar, sin motivación personal ni importar a quien, a cambio de determinadas cantidades de dinero. Tan sencillo y monstruoso, como si se tratase de una simple operación comercial sin mayores implicaciones.

Elsicariato como profesión cobró vida en los Estados Unidos en la década de los cuarenta, cuando el famoso criminal «Lucky» Luciano, convertido en capo de todos los capos, creó una organización paralela, conocida como Asesinos, S. A., a cargo de Albert Anastasia, que tenía como misión llevar a cabo las ejecuciones de la mafia sin implicar directamente a sus jefes. La actividad operaba como una empresa que contrataba sus servicios. A Anastasia y su grupo de ejecutores llegaron a atribuírsele 62 muertes en una sola operación.

Ese submundo de crimen pudo ser desmontado por un fiscal especial Thomas Dewey, quien logró condenas sumarias contra Anastasia y sus principales compinches los cuales fueron llevados a la silla eléctrica. No ocurrió así con Luciano, quien al igual que antes Al Capone, fue condenado por otros delitos pero al que no pudo probársele la comisión de ninguna de esas muertes.

Ahora, dada la frecuencia con que se están produciendo asesinatos por encargo o bajo contrato por las más diversas motivaciones y al margen del narcotráfico y el crimen organizado, surge la preocupación de si estamos en presencia de una actividad organizada y que opera bajo el mismo esquema que desarrolló en los Estados Unidos, Asesinos, S. A., seis décadas atrás.

El justificado temor de que pueda estar ocurriendo así representa un reto para las autoridades que trasciende la sola investigación del asesinato de las dos infortunadas jóvenes, aquella cuya ejecución se contrató y la que fue asesinada por confusión.

De esperar y desear que se profundice la indagatoria en este sentido para en caso afirmativo, tomar de inmediato las medidas de lugar a fin de evitar la comisión de nuevos crímenes bajo el perverso esquema de una industria de muerte organizada y operando como tal.

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2014-05-13 23:28:15