Opiniones

A Pleno Sol Crisis educación

Por Manuel Hernández Villeta

La educación dominicana está en crisis, en profunda caída al abismo. Esa fragmentación comenzó cuando se convirtió en un gran negocio y dejó de ser un apostolado. La maestra o el maestro nunca ganaron para hacerse ricos, pero eran la fuerza moral de su comunidad.

Hoy los maestros saben que dando clase no se van a hacer ricos, pero dentro del economismo dejaron a un lado el apostolado. Ser maestro es un trabajo de ocho horas, por el cual se paga y ya. No hay maestros a tiempo completo.

En los colegios no se vende la mística de que el forjador de conciencia, de mujeres y hombres, es el maestro. Se les paga para que se coloquen frente a un pizarrón y den la clase, y se vayan luego a sus casas. Ni siquiera el alumno se ve como un diamante a forjar, sino como el sujeto por el cual sus padres pagan.

Las debilidades e incompetencias de la escuela pública, abrieron el terreno al gran negocio de los colegios privados. La mística se perdió. Ni siquiera los colegios que pertenecen a grupos religiosos levantan la bandera de fragua de nuevas generaciones.

La creación de nuevos andamios para la escuela pública puede permitir el renacer de la escuela dominicana. Eso no lo va a lograr un cuatro por ciento, que constituyó el gran sueño de los suplidores y vendedores de utensilios diversos.

La forjación del carácter y el humanismo de los nuevos maestros se perdió. Cierto que hay una sociedad deshumanizada donde el que no trabaja no come; donde el que no puede pagar la consulta del médico se muere; donde el que no paga la renta de la casa se va para la calle. El maestro vive en esa batahola, tiene sus culpas, pero también es víctima.

La carrera se ganará con miras al futuro preparando a nuevos profesores, con aplicación de conceptos del siglo 21, y en una sociedad tan convulsionada como la nuestra, no podemos pensar en volver a los normalistas o a Eugenio María de Hostos.

Los programas de enseñanza de los normalistas y de Hostos son cosa del pasado. Dignos de ser estudiados en la clase de historia, pero que deben ser superados por la marcha de los tiempos. Las ideas surgen en una coyuntura determinada y eternizarlas es hacerlas fracasar, por no estar en sintonía con nuevas vibraciones.

Hay que rescatar a la escuela dominicana, pero primero vamos a crear hoy los maestros del futuro.

2014-06-24 06:35:18