Por Narciso Isa Conde
Primer Paro Nacional Verde convocado por CAMPAMENTO LOMA MIRANDA
Seguimos en el Campamento al pie de Loma Miranda, arribando a los 21 días de estancia y en la proximidad de una fase más intensa y riesgosa, en vista de que un Congreso, mañosamente manipulado desde el Palacio Nacional y el Comité Político del PLD, nos ha obligado a asumir una línea de movilización general camino al primer paro nacional verde, fijado para el jueves 10 de julio.
Aquí, en medio de esta confrontación político-social, nos sentimos honrando la memoria de Francis Caamaño y de Amaury Germán; mientras un grupo de ex-revolucionarios, con fuertes vasos comunicantes con la Fundación Global, insertados en el sistema y respondiendo a oscuros designios, se dedican a contra-poner ?no importa sus diferencias puntuales- a estos dos héroes-mártires de la patria.
El énfasis mayor ha sido puesto en un reiterativo y grotesco esfuerzo dirigido a denigrar al coronel de abril y a degradar indirectamente la imagen de las izquierdas vinculadas a abril de 1965 y a la expedición de Caracoles. Algo nada inocente, mucho menos ajeno al interés de las derechas y su padrino imperial.
Esta inconducta contrasta con la necesidad de reconocer el lugar señero que en la reciente historia dominicana y continental conquistó Francisco Alberto Caamaño Deñó, declarado merecidamente héroe nacional por encabezar la Revolución de Abril y la Guerra Patria contra el yanqui invasor en 1965, e inmolarse en la guerrilla de 1973.
Contrasta con la necesidad de reivindicar el rol heroico de las izquierdas del siglo xx en dirección a reconstruir el compromiso revolucionario, renovar su papel y recrear las nuevas vanguardias necesarias para asumir los grandes desafíos de este siglo en medio de la multi-crisis del capitalismo actual.
Entendemos que no hay derecho a sacar a Caamaño del contexto político que provocó el doloroso revés en 1973 para verter sobre su memoria todo tipo diatribas, presentando a la vez un cuadro tenebroso de la militancia revolucionaria.
Francis Caamaño no era ni santo ni ángel. Él mismo hizo referencia a los efectos negativos de la «guardiología» que desde muy joven le tocó ejercer.
Pero el Caamaño del 65 y el que describo en mi libro REVELACIONES a raíz de las conversaciones sostenidas con él en 1968 y 1971, no era un déspota, ni un borrachín, ni un desalmado, ni un disoluto, ni un ser amante de privilegios y evasor de los sacrificios necesarios, como perversamente lo quieren presentarlo sus nuevos detractores.
Su valor y su entrega quedaron reafirmados en Nizaíto. De eso no hay dudas: incluso pagó su intrepidez con su propia vida. Amén de su probado heroísmo, su talento y decoro desplegados antes y durante la Guerra Patria.
2014-06-29 03:28:55