Por Manuel Hernández Villeta
La sociedad civil tiene que ponerse unos pantalones largos. Juega al gato y al ratón. A la verdad y a la mentira. A buscar posiciones políticas, pero sin entrar a los partidos. En hacer un código de justicia a la medida, y luego asquearse de él.
Los que se auto-identifican como representantes de la sociedad civil lucen más bien ser desclasados. No están ni en el gobierno ni en la oposición, ni los empresarios ni el proletariado, ni con la justicia ni con la represión. Están con ellos.
Les falla su tino político, porque los empresarios no se empoderan de una fuerza extraña, que sin estar al frente de un negocio o industria quiere hablar de libre mercado, de flotación de precios y acuerdos de integración.
Con los gobiernos juegan a ser amigos y enemigos, todo depende de cómo estén sus intereses particulares. De hecho, la sociedad civil tiene un nicho en una conglomerado donde no hay institucionalidad.
Escapan a la realidad de que en base a comentarios en los medios de comunicación no se puede dirigir a una sociedad. La relación activa con los medios de producción puede dar el ser social, los partidos son representantes de esa situación. Por desgracia la democracia es a veces de pacotilla, partidos con las bases proletarias, pero con dirigentes pensando en lo que podría ser una burguesía nacional.
Las ideas se combaten con ideas. La sociedad civil tiene que salir al frente de sus ideas, desde un partido político, desde una organización que llegue al seno de la sociedad, y no estar jugando a que otros acarrean su bulto de posibles cambios, que no pasan de ser fanfarronerías.
Los voceros de la sociedad civil parece que tienen por cuña patria aquella famosa frase de «Los Gatopartos»; hay que cambiar para poder quedarnos en el mismo lugar.
Cuando escucho a representantes de la sociedad civil en los medios de comunicación, viene a mi memoria el noble aquel de Lampedusa, hipócrita sin tino, que mientras la tea reivindicaba cambios sociales, sólo pensaba en cambiar de chaqueta de forma urgente.
Uno de los principales males de la sociedad dominicana son los chaqueteros, los que siempre nos han dirigido, los que nos ponen a dar tropezones, los que se ríen de nosotros en nuestras caras, y los que son culpables y responsables de nuestras iniquidades.
Debajo del brazo de la sociedad civil, con cualquiera de los nombres que usaron en decadas pasadas surgieron dictadores, golpes de Estado, déspotas ilustrados y ahora nos quieren presentar la franela de cambios institucionales…..Jaaaaaa, la risa que me da.
2014-09-05 06:26:57