Por Manuel Hernández Villeta
La campaña del cuatro por ciento para la educación no se correspondía a deseos de mejorar la enseñanza a nivel primario, intermedio y de bachillerato. Se pensaba en buenos negocios o en mejores salarios.
Desde que se levantaron las caras sombrillas amarillas representadas en el cuatro por ciento, escribí que los alumnos de escuelas públicas serían los menos beneficiados. Los maestros tenían su mira en un inmediato aumento salarial, y los comercios en mayores ventas y contratos.
Se implementó la tanda corrida, que a los maestros les asegura un salario excelente, además de que no tienen que trabaja en dos tandas, y que sólo oficialmente se le reconozca el salario de una.
Cuando los maestros levantaron la consigna del cuatro por ciento, se podía oler el tufo de los que buscaban mejores salarios, un seguro médico de mayor cobertura, planes vacacionales, integración a la vivienda, y conquistas sociales particulares. ¿Y los estudiantes qué?
Solidarios con ese cuatro por ciento eran los libreros, en espera de que les beneficiara el reajuste y los constructores, que tenían la idea bien planificada, de que a mayor presupuesto, más construcción de nuevas aulas.
Entregar el cuatro por ciento del presupuesto nacional a la educación no ha solucionado el problema del sistema de la enseñanza básica del sistema público. Todo sigue igual. El resultado final debe ser un alumno bien preparado, con una profesión técnica, y en caso de que lo prefiera, con buen nivel para entrar a la universidad. Ahora es todo lo contrario.
Los bachilleres siguen con notas deficientes, muchos no clasifican ni para pasar las llamadas Pruebas Nacionales y son prácticamente nulos, sus conocimientos de historia, geografía y lengua española.
Esto indica que todavía está pendiente hacer una revolución en el sistema educativo. Adecuar los pensum a las necesidades de la enseñanza moderna, mejorar los libros de texto y comprender que con tanto dinero, no todo es levantar nuevas aulas o una tanda extendida que deja sin pupitres a miles.
El presidente Danilo Medina cumple con su deber construyendo nuevas escuelas y aplicando de acuerdo con la ley ese cuatro por ciento. Fallan los educadores, que se conforman con mejores salarios, y no cumplen con su deber los burócratas y ministros, que piensan que la educación marcha, porque pronuncian discursos cervantinos sin mayor peso ni consecuencias.
Con el cuatro por ciento disponible hay que hacer una revolución del sistema educativo nacional. De nada sirve que los recursos estén disponibles, si todo se invierte en pago de salarios, y en cobertura de cubicaciones. Hora impostergable de mejorar la enseñana nacional.
2015-03-09 22:46:08