EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
El Procurador General de la República identifica el robo, los atracos, el tráfico de drogas y la trata de personas junto a los embargos ilegales que afectan no solo el turismo sino la seguridad jurídica del derecho de propiedad en general, como las principales manifestaciones de la delincuencia en el país. Es claro que no se trata de una lista excluyente ya que son muchos otros los actos criminales que tienen lugar en nuestro medio. Pero en general, los que menciona reflejan el principal cúmulo de hechos delictivos que padecemos.
La declaración del doctor Francisco Domínguez Brito formó parte de la Conferencia sobre «Seguridad Jurídica y el Sector Turismo» que ofreció con el patrocinio de la cámara Oficial Española de Comercio, Industria y Turismo de la República Dominicana.
Pero sin dudas, el aspecto más estremecedor e impactante de su exposición fue cuando reveló los operativos encabezados por su despacho que permitieron rescatar varias niñas de 13 y 14 años y adolescentes de 15, 16 y 18, en sendas fiestas, donde estaban siendo vendidas a turistas nada menos que por sus propios padres. El hecho que califica como un delito de tráfico de personas con elementos agravantes, causa profunda repugnancia y motiva la más indignada reacción de desprecio contra estos desnaturalizados progenitores a los que el Estado debe despojar de manera definitiva de su patria potestad.
Lamentablemente no se trata de un hecho aislado. Domínguez Brito menciona que al igual que Sosúa, Boca Chica y Las Terrenas están siendo utilizados de preferencia para el llamado «turismo sexual», practicado sobre todo con menores de edad, la mayor parte de las veces con el consentimiento expreso o tácito de sus padres y tutores.
Siempre hemos sido defensores, inclusive apasionados, de la industria turística, desde los tiempos remotos en que don Angel Miolán y Ellis Pérez, precursores de la misma, libraban batallas casi solitarias ante una sociedad y unas autoridades ignorantes de su enorme potencial.
Hoy, ya el turismo es una actividad de primer orden dentro de la economía dominicana y una de las principales herramientas en que el presente gobierno cifra el futuro económico del país. La meta de los diez millones de visitantes extranjeros al llegar al 2020, figura en la agenda de prioridades del Presidente Danilo Medina. Y sea él u otro el que asuma el poder a partir del 2016, tendrá que darle continuidad al compromiso hasta llevarlo al tope.
Pero sin caer en planos de extrema mojigatería, debemos velar por mantener nuestra industria turística dentro de determinados cánones éticos y morales. Promover el país para el llamado «turismo sexual», que por lo general sirve para atraer un segmento de elementos indeseables, portadores de las más enfermizas desviaciones, no es el tipo de mercado en el que debemos invertir nuestros esfuerzos.
Sin caer en ridículos extremismos, lo que también es una forma aberrante de practicar la moral, tenemos que desarrollar y preservar nuestra industria turística, donde ya disponemos un bien ganado espacio en el mercado internacional al margen de este tipo de cuestionable y negativo segmento que solo contribuiría a dañar nuestra imagen como destino vacacional de calidad y proyectarnos como una especie de prostíbulo abierto a toda aberración, por repugnante que resulte.
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2015-03-25 21:42:22
