Por Manuel Hernández Villeta
Con el tema de la inmigración ilegal de haitianos, se está cayendo a niveles de intolerancia, donde se torna imposible que pueda haber una solución a un tema que es vital para el futuro nacional.
El sentido común se tiene que imponer en una coyuntura donde de una forma u otra se han visto involucrados todos los dominicanos, y a la cual se le debe encontrar una solución parcial o definitiva.
Lo primero es que la República Dominicana tiene debilidades muy profundas en lo que se refiere a su política exterior. Nunca ha existido una línea de relaciones exteriores independientes, y más bien esté renglon de la política ha estado para respaldar posiciones trazadas por los norteamericanos.
Con el caso haitiano, hay una línea de choques y enfrentamientos, para lo cual no están preparadas las relaciones internacionales dominicanas, sobre todo en el area pública, privada y comercial.
Las grandes potencias, para nuestro caso los Estados Unidos, Francia, España, Italia, Alemania, la Gran Bretaña y Canadá están a favor de la fundición política, económica, cultural y social entre la República Dominicana y Haití.
Para las potencias, esa es una línea que se trata de imponer, y la errática política de relaciones exteriores local no la va a parar definitivamente. Se puede decir que los principales organismos internacionales hoy están más inclinados hacia Haití que a la República Dominicana. Es un caso que se debe tomar muy en cuenta.
Las Naciones Unidas, la Organización de Estados Américanos, instituciones defensores de los derechos humanos o de refugiados, tienen una postura clara de que la República Dominicana ejerce violencia y violaciones contra los haitianos. No es así, pero es la percepción que se vende.
Lo lamentable es que no hay orquestada una política internacional que enfrente esas posiciones internacionales. Más bien se quiere responder a personalidades e instituciones internacionales con arrogancia, desparpajo y las presiones que se exhiben en el área local.
Los dominicanos tienen toda la razón y el derecho de deportar de su territorio a todos los ilegales, sin tener que dar una explicación a nadie. De lo que carece el país, es de una buena exposición sobre sus derechos y la legalidad de las medidas que toma.
Una política de relaciones internacionales por años sumisa y rémora de las opiniones de las grandes potencias, hoy está incapacitada para poder enfrentar a esos poderes y levantar en alto la defensa de la dignidad nacional. Hay que trabajar para cambiar esta situación.
2015-07-02 21:43:57