EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
Por más que sabida, vale recrear la frase del prócer mexicano Benito Juárez cuando postuló que «el respeto al derecho ajeno es la paz». Es una verdad más allá de cualquier cuestionamiento, la base de la convivencia que debe regir en toda sociedad organizada y regida por la ley.
Si esto es así…¿qué razón puede asistir al grupo de comerciantes que desfilaron ayer por varias calles de la capital portando unos cartelones donde reclaman, exclusivamente en beneficio propio y perjuicio colectivo, la modificación de la leyes contra ruidos y nada menos que crear una «zona de tolerancia» para que puedan poner sus bocinas a todo volumen.
¿Acaso estas leyes responden a un capricho legislativo o de intereses particulares, en vez de estar basadas en sólidos fundamentos científicos que establecen la cantidad de decibeles que pueden soportar los oídos humanos? ¿Es que estos buenos señores no se han enterado de que el exceso de ruido origina contaminación ambiental?
Y aunque su solicitada «zona de tolerancia» resulta un absurdo que no merece la más mínima consideración, aún sea nada más por curiosidad…¿Dónde proponen instalar esa zona de tolerancia? ¿Acaso concentrarían todos los negocios vocingleros en ese espacio o lo que están planteando en realidad es que haya tantas «zonas de tolerancia», como existen esos comercios diseminados por toda la ciudad?
Precisamente en la edición del periódico Hoy de este día, donde figura en primera plana una foto a color de la que pudiera llamarse esta insólita «marcha por el ruido», aparece una declaración del Jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo, revelando que en cumplimiento de la ley, los agentes de la institución han incautado más de seis mil bocinas.
Hay que imaginarse el espantoso ruido y el altísimo nivel de contaminación que ha estado provocando esta enorme cantidad de bocinas a todo volumen y el tormento que ha representado para los respectivos vecindarios que tienen la desgracia de vivir en los entornos.
El derecho de ellos, que por todos estos años han sido víctimas indefensas de esa abusiva situación, supera con mucho al que puedan alegar los comerciantes que pretenden seguir atormentando sus oídos, perturbando el reposo, tranquilidad y sueño de una gran cantidad de ciudadanos.
De todos modos, en este país donde ocurren tantas cosas insólitas, no hay que asombrarse de la petición de quienes pretenden nada menos que modificar la legislación motivados por su interés mercurial, legítimo en tanto no lesione el interés público.
Bastará simplemente con que el gobierno y el propio Congreso se hagan absolutamente desentendidos, en tanto se siguen incautando bocinas y cualquier otro mecanismo de ruido que perturbe la paz ciudadana. Que con los problemas que confrontamos tenemos más que suficiente.
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2015-07-09 00:31:48
