EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
¿Son los fondos de ahorro depositados en los bancos y las instituciones financieras un capital rentista o por el contrario, motor de desarrollo?
La pregunta procede porque fue en base al primer supuesto que se decidió gravar de manera indiscriminada, los intereses que generan dichos ahorros con un impuesto del diez por ciento, que se ha estado aplicando hasta ahora.
¿Pero en realidad se trata de un capital rentista?
Todos los países tratan de estimular el llamado ahorro interno. En el caso de la República Dominicana, son muchos los que a lo largo de su vida productiva, en ocasiones haciendo ingentes sacrificios, lograron acumular un capital para poder disfrutar sin agobios económicos de sus años postreros. La gran mayoría son ahorrantes modestos que en unos casos sustituyen la pensión que no les correspondió y en otros, le sirven de complemento a la misma, por lo general insuficiente para cubrir mínimamente sus necesidades básicas.
Ahora bien, atención: cuando alguien quiere comprar un automóvil o construir una casa y no dispone de la totalidad de los recursos, acude a los bancos y a las entidades crediticias para obtener préstamos. Lo mismo hacen las empresas para financiar sus operaciones o la ampliación de sus negocios; los productores agrícolas para promover sus cosechas; los comerciantes, los importadores y los exportadores. En fin, todo el movimiento económico en el mundo actual, se basa en el crédito.
¿De dónde salen entonces esos recursos que promueven en el primer caso el desarrollo social al mejorar la calidad de vida de quien adquiere un vehículo o le permite hacer realidad el sueño de un techo propio y que sirve de motor al desarrollo económico al impulsar el progreso de las empresas financiadas o la instalación de otras nuevas que generan plazas de trabajo y todas las actividades económicas en general.
Los bancos y las entidades que prestan esos recursos no lo hacen con fondos propios sino con el dinero que han logrado captar de los ahorrantes. Este es el dinero de que disponen para otorgar los préstamos. Si no hubiese ahorro, no dispondrían de recursos para prestarlo a los solicitantes. Precisamente uno de los indicativos de la fortaleza y solvencia de aquellos, es el monto de los depósitos de que disponen. Y estos tienen una sola procedencia: los ahorros.
El hecho de que los depositantes reciban un interés por los ahorros que entregan a los bancos y las entidades financieras para su administración e inversión, no le resta su verdadera condición de instrumentos de progreso tanto social como económico.
De ahí, que en la propuesta del llamado Pacto Fiscal, entendemos que debiera contemplarse esta situación y al menos, en el caso de los ahorros personales exonerar o reducir el impuesto al menos hasta una cantidad razonable tomando en cuenta el monto de los intereses y el porcentaje de estos que están percibiendo los ahorrantes.
Además de beneficiar a estos, sería una forma de estimular el ahorro interno, base de un capital que insistimos, más que la caprichosa etiqueta de rentista merece ser calificado de motor de desarrollo.
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2015-08-05 21:05:52