Opiniones

A Pleno Sol Diálogo y concertación

Por Manuel Hernández Villeta

La crisis de la emigración ilegal entre Haití y la República Dominicana no tendrá solución si no hay conversaciones bilaterales al máximo nivel. Una pugna entre dos países no se soluciona de un solo lado, ni con la participación de organismos internacionales, si los litigantes no están involucrados.

Las autoridades haitianas y las dominicanas tienen que comprender que se está en una isla, donde el territorio continental es dividido por una endeble frontera y un riachuelo que ya no tiene cauces de agua. El Masacre se pasa caminando sobre arenas.

Sin diálogo no hay entendimiento entre los seres humanos. Se puede tener la razón, pero los problemas son para debatirlos, no para tratar de imponer una razón. La crisis de la migración haitiana, que ahora raya en lo ilegal e inaceptable, fue fomentada por los gobiernos dominicanos.

Poco importa qué gobierno fuera, de hecho fue en la dictadura Trujillista, porque a lo largo de los años ninguno de los mandatarios de turno trató de encontrar solución a la emigración haitiana, y más bien la fomentó. Los empresarios fueron partícipes e impulsadores de esta situación, y de hecho muchas de sus ganancias provienen de la mano de obra ilegal y barata que emplean.

Hay un poderoso comercio entre Haití y la República Dominicana. En Haití prácticamente no se produce nada, y desde alimentos hasta varrillas y cemento les llega desde nuestro país. Ese comercio de suspendarse, podría ser una estocada casi de muerte al corazón comercial dominicano.

Esa actividad empresarial tiene también que estar bajo reglas claras, y no por intermedio de un intercambio entre las sombras en la frontera, y donde la informalidad es la principal regla de juego.

Hay que dejar el fanatismo en el caso haitiano. La nación más pobre del mundo no pone en peligro nuestra soberanía e independencia. Los haitianos ilegales aquí, si hay una acción de Estado, se deportan en menos de una semana.

Lo que no se puede seguir ampliando es el odio racial, social y político entre dos repúblicas que ocupan una isla, y que se quiera o no, tienen una lucha individual cada una por sobrevivir.

Hay que aplicar la ley sobre los emigrantes ilegales, pero ello no es justificación para levantar banderas de patriotismo de sectores que siempre han sido entreguistas cuando la situación dominicana se trata en el entorno de las grandes potencias.

Diálogo, concertación y arreglo bilateral a la crisis haitiana. En forma solitaria la República Dominicana no encontrará solución a este problema. Es difícil aplicar la ley, cuando el violador principal es el gran empresariado y etapas pasadas del Estado, que por la continuidad le dan un matiz de frescura y actualidad.

2015-08-10 23:56:49