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Muere Alfred Deetjen en Cabo Haitiano

Alfred Deetjen

Por HTN

Diariodominicano.com

CABO HAITIANO,  el  13 de diciembre de 1895, falleció  en Cabo Haitiano, Haití,  Alfred Deetjen, quien se destacó como un defensor de la soberanía dominicana.

Había nacido en Haití, hijo de un matrimonio de holandeses que se radicaron en la vecina República. De  joven se estableció en la ciudad de Santiago y se convirtió en un luchador por la causa dominicana.

          Cuando la República Dominicana fue anexada a España en el año 1861, por disposición del Gobierno del Presidente Pedro Santana, se sumó a la resistencia de los restauradores.

          Por su decisión, Alfred Deetjen fue hecho prisionero. Cuando comenzó la guerra de la Restauración el 16 de agosto de 1863,  de inmediato se integró a las filas de los próceres nacionales.

          Cuando se constituyó el primer Gobierno Restaurador,  Alfred Deetjen,  fue nombrado  miembro del equipo de ministros.

El historiador santiaguero José Ulises Franco afirma en su obra “Perfiles y Cosas Dominicanas”, que Alfred Deetjen se distinguió en Santiago de los Caballeros como un comerciante honesto y un padre ejemplar.

          Afirma que siempre estuvo listo para servir a la República Dominicana, porque fue un  defensor de la soberanía nacional y la democracia. Anota que por sus méritos fue un hombre respetado en la isla.

          “Alfred Deetjen luchó con vigor y tesón por la libertad y la estabilidad de los sagrados principios de la patria; luchó como luchan los náufragos con las olas sin doblegarse por la tempetuosidad del torrente de la tiranía. Combatió siempre las tendencias perversas que arrastran a su perdición a las santas instituciones de la República, sosteniendo sus ideas con toda la virilidad de su carácter de íntegro y patriótico ciudadano, y con el resplandor de su prestigio irrefutable”.

          Alfred Deetjen fue un militante del Partido Azul, liderado por el prócer Gregorio Luperón.

          Al destacar las  cualidades de Deetjen,  Luperón sostuvo que fue un hombre  “que jamás ha conocido las acres satisfacciones de la venganza”.

          Franco apunta que ni siquiera en la ancianidad se apartó del corazón de Deetjen,  el amor sin restricción a la patria, a las sagradas libertades, al espíritu del derecho y la justicia, al honor y al deber.