EL TIRO RAPIDO
Primero fue con la espectacular denuncia del Procurador General de la República sobre la existencia de una mafia integrada por un ex magistrado del propio Consejo Nacional del Poder Judicial y varios jueces de distintas jurisdicciones, dedicada a negociar fallos a favor de elementos vinculados al narcotráfico y al crimen organizado, la cual abrió la Caja de Pandora de donde han comenzado a salir sapos y culebras.
Y más ahora, después que el propio Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán, abrumado por el peso del escándalo, revela la confesión que logró de la suspendida jueza Awilda Reyes Beltré, de haber accedido en los fallos de dos de los casos más sonados y sospechosos a «instrucciones superiores» y de recibir una fuerte suma de soborno que se hace ascender a 500 mil pesos, a cambio de liberar a un regidor de Pedro Brand, sobre el que gravita la muy seria acusación de encabezar una banda de sicarios, a la que se atribuye inclusive la comisión de varios asesinatos por encargo.
Ambos hechos han colocado el Poder Judicial en la picota pública, originando las más variadas reacciones, algunas de ellas de corte de exagerado extremismo, como es la propuesta de reclamar la renuncia del magistrado a la Presidencia de la Suprema Corte, como si este fuese la raíz y la solución de la crisis de fondo que afecta la Judicatura.
Mucho más atinados el planteamiento por un lado, del ex presidente de la Corte, Jorge Subero Isa, quien rechaza que el Poder Judicial vaya a colapsar, de que la jueza Reyes Beltré revele los nombres tanto del autor del confesado soborno como de la fuente de la que procedió la instrucción para los otros dos fallos cuestionados: el de la torre Atiemar y la devolución del avión perteneciente al evadido presidente del quebrando banco Peravia y por el otro, del vicepresidente ejecutivo de la FINJUS, Servio Tulio Castaños, de que la misma y los demás jueces inculpados, en caso de probarse su responsabilidad, sean sometidos a la Justicia ordinaria, que es también la posición asumida por al fiscal del Distrito, Jenny Berenice Reynoso.
A nuestro juicio, más que execrarlo hay que ayudarlo a hacer de la crisis una oportunidad única para que el Poder Judicial, donde son mayoría los jueces, fiscales y empleados sin mácula, se autodepure y regenere, limpiando sus filas de elementos indeseables y recobrando su disminuido prestigio y bajo nivel presente de confianza ciudadana.
Para lograrlo como expresa el dicho ¡la oportunidad la pintan calva¡
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2015-11-25 09:38:14
