Por Manuel Hernández Villeta
Grandes retos esperan a los dominicanos en el venidero año. Es la misma brega del presente. Como nuestros demonios no se esfuman en un abrir y cerrar de ojos, serán la piedra de mando de los próximos doce meses.
Será el entrante un año de decisión electoral. Los comicios muchas veces son traicioneros. Se piensa que un candidato ya ganó y vienen las contrariedades. La percepción de hoy es que Danilo gana en la primera vuelta. Podría haber una segunda votación, si se fracciona el Partido de la Liberación Dominicana.
Pero al comenzar el año, lejos del día de las votaciones, los problemas acuciantes de los dominicanos tienen que ver con la comida, el salario, la seguridad, el hogar, la salud, la escuela y el empleo de baja categoría.
Para un país sub-desarrollado uno de los principales puntos de discusión es el empleo. Hay un déficit atormentador de empleo de baja calidad, de salario mínimo, donde se contrata la mayor cantidad de mano de obra, y no está a la vista una mejoria sustancial.
El mejor paliativo es fortalecer el empleo informal, los pequeños negocios, abrir la oportunidad de que las personas encuentren donde ganarse el pan diario de forma honrada y sin faltar a la ley. Esta tiene que ser una obligación compartida entre el Estado y el sector privado.
La comida en cualquiera de sus manifestaciones es un cierto dolor de cabeza. Los agro-industriales acorralaron definitivamente a los pequeños parceleros, que hoy no cuentan en el proceso de producción. Sin embargo el desarrollo de la agro-industria no se está manifestando en precios favorables a los consumidores.
Sin un control claro a los niveles de producción, los precios de los comestibles son aumentados en forma abusiva, quitando el pan de la boca de los más humildes. Hay que comenzar a vigilar e imponer calidad y precios. La especulación y el agiotismo no puede ser una patente a la libre, porque ello no es una de las reglas de juego del libre comercio. Si no hay empleo no se puede hablar de salarios, pero tiene que darse un aumento de sueldos en el venidero año para todos los servidores públicos, incluyendo los guardias y los policías.
Con salarios de hambre se reafirma la miseria, y se mantiene cerrado el círculo de violencia, del pandillerismo, cunde la desesperacion de los que perdieron la esperanza. Un país de desigualdades hasta en los salarios, donde unos pocos ganan miles y miles de pesos, y la mayoría una retribución mínima de diez mil pesos mensuales.
No puede haber descanso en el año 2016 para hacer frente a estos grandes problemas sociales. Cierto que todos vienen de atrás, de generaciones que han sufrido sus estragos y de teoricos que dejaron de luchar hace tiempo. Desde hoy, hay que comprender que estos problemas no son viejos con un año nuevo, sino la continuidad de nuestras mismas desgracias sociales.
2015-12-01 19:36:51