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Relaciones públicas y reputación

diariodominicano.com

Por Santos Aquino Rubio

Santo Domingo, R. D., 8 de noviembre, 2022.- La publicidad, propaganda, redes sociales y la promoción dan presencia, pero no necesariamente prestigio como las Relaciones Públicas y la Comunicación Estratégica correctamente manejadas. Es preciso que las agencias oficiales, las empresas y las organizaciones no gubernamentales comiencen a pensar en esta realidad.

El prestigio y la permanencia penden de la responsabilidad social empresarial, las Relaciones Públicas Internas con el valor agregado de los colaboradores y el respaldo de los Satakeholders (Públicos de entorno), sin cuya concurrencia ningún proyecto consigue permanecer en el tiempo en términos de imagen.

Las redes sociales, incluidas las distorsiones contenidas en los fakenews (falsas noticias), tienen al mundo de cabeza y los ilusos creen que saturando las aplicaciones y los recursos de la tecnología pueden alcanzar verdadera reputación. Los mensajes repetitivos saturan y al final de la jornada los potenciales clientes, seguidores y afines se aburren y, lejos de darles likes, los dejan pasar sin interés.

Un gerente, una estructura comunicacional o una empresa no pueden pretender ganar mercado sostenido y conseguir reputación si no valoran a los colaboradores y no invierten en su crecimiento y desarrollo, así como en el trato respetuoso, ambientes laborales sanos, valoración de sus aportes y comprensión de sus necesidades. Pagar mucho dinero en publicidad, comprar medios y comunicadores no da prestigio ni permanencia, como lo puede lograr un real programa de imagen basado en los aportes de las Relaciones Públicas y la Comunicación Estratégica.

En las agencias oficiales, por méritos partidarios, los jefecitos lo dominan todo y, cuando se endiosan, piensan que el mundo es suyo, lo que afecta negativamente cualquier buena gestión. En el sector privado también los dueños, los herederos y los parientes de “Nandito”, suelen asumir posturas que tiran por la borda la reputación.

La imagen de un Gobierno depende mucho del correcto manejo de las agencias y cuando cada institución es un poder, la imagen y la reputación se opacan para dejar paso al señorío y a la prepotencia.
El país navega ahora en este mar de dudas, pero el prestigio de una nación debe ser garantizado por todos, Gobierno, instituciones y el sector privado. ¡Cuidemos la imagen!