Por Manuel Hernández Villeta
El golpe de Estado con muecas de institucionalidad nuevamente amenaza al continente latinoamericano. El más reciente fue el de Brasil. Sin tirar un tiro se sacó del poder a un gobierno popular. El Partido de los Trabajadores jugó a la legalidad, al entramado judicial y parlamentario, cuando su fuente natural de lucha tenía que ser la calle.
Brasil es un país poderoso económicamente, pero con grandes desigualdades sociales. Sin embargo, los programas de asistencia popular llevados a cabo por Lula y Dilma hacían presumir que el pueblo los apoyaría a cualquier costo.
Lula está siendo perseguido con saña, y si no ejecuta un programa de apoyo en las bases populares podría ir a la cárcel. A Dilma se le torna difícil, por no decir totalmente imposible, un retorno al poder. Da la impresión de que se mantendrá la influencia popular de Lula y Dilma, pero que tienen que surgir otros nombres para el relevo.
En Venezuela está en marcha ese golpe de Estado con muecas institucionales. Hay una diferencia. El Movimiento Chavista ha dejado a un lado la lucha desde el parlamento, la judicatura o los tribunales constitucionales y se ha ido a la calle. Es su única salvación.
Sin el apoyo mayoritario del hombre de la calle, y estricta lealtad de las fuerzas armadas, los chavistas se van del poder con un juicio político a Nicolás Maduro. La mayoría parlamentaria tratará de iniciar ese juicio, cuya finalidad será sacar a Maduro. Solo la constante movilización popular podrá evitar cambios drásticos en Venezuela.
Me huele a posibilidades amplias de una guerra civil. Los chavistas dependen de la lealtad irrestricta de las fuerzas armadas, si ahora hay una fricción en los organismos armados, vendrá la lucha fratricida por el poder. Es difícil poder predecir hasta cuándo los militares mantendrán su unidad monolítica. Sin dudas, las masas populares dan un apoyo radical a los herederos de Chávez.
Con el juicio político la oposición está jugando a una carta escondida en la manga. Hace un llamado a la desobediencia militar. Sabe que si un coronel, un general, un jefe de tropas se insubordina al gobierno, puede llegar el cierre total.
Visto el panorama de estos días en Venezuela, lo único claro es que se está a un paso de la guerra civil. En un golpe de Estado institucional, por la oposición, o desmantelamiento del Congreso, por el gobierno, nadie ganará, sólo habrá sangre y muertes. Es momento de ceder posiciones y mantener un diálogo abierto en Venezuela.
2016-10-24 00:09:29
