Opiniones, Portada

El Estado Dominicano se rige con sobreabundancia de leyes.

El Congreso deberá abocarse a la anulación, fusión y elaboración de
decenas de leyes, contempladas en la Constitución del 2010.

POR RAFAEL MÉNDEZ

La legislación que regula el Estado en la República Dominicana cuenta
con más de cien mil leyes, según el cómputo preliminar del inventario
que se está realizando en la Cámara de Diputados, en el que se
incluyen las resoluciones y tratados internacionales que tienen
categoría de legislación.

Esta información nos sugiere lo oportuno que resulta traer a colación
la advertencia de tratadistas del derecho y de otros especialistas de
distintas ramas del saber, en el que se destacan filósofos de la
antigüedad griega, quienes coinciden en advertir que son de igual
peligrosos para un país, la falta de leyes, como la sobreabundancia de
legislaciones.

Pero también resulta más que oportuno sacar a relucir que entre los
dominicanos se ha incrustado como hiedra lo que nos atrevemos a
denominar la cultura del incumplimiento de la ley, aún cuando tenemos
legislaciones hasta para lo que menos podríamos imaginar, entre las
que podemos citar, la existencia de leyes que tienen por objeto hacer
cumplir otras leyes.

Además del incumplimiento de la ley, me permito referir la
inobservancia de ordenanzas y de resoluciones municipales, que para
los dominicanos, y los nacionales ausentes cuando visitan el país, se
ha hecho endémico. Más aún: ha hecho metástasis, y se hace más
evidente entre quienes ostentan alguna posición de poder, en el Estado
o en la sociedad.

Sócrates ante la ley

El sabio griego Sócrates, después de ser injustamente condenado a
morir envenenado, en el año 399 antes de nuestra era, acusado de
corromper la juventud y de impiedad con los dioses de Atenas, pasó por
grandes dilemas ante las múltiples alternativas de salvar la vida que
le proponían sus amigos, seguidores y con quienes coincidió en la
prisión.

Sus compañeros de celda le ofrecieron abrir un orificio para que
escapara, sus amigos, abogados y seguidores le recomendaron solicitar
al tribunal conmutar la pena de muerte por el exilio, como lo habían
hecho otros, y que los jueces que le condenaron estaban en ánimo de
acoger esta solicitud.

El sabio Sócrates tenía un alto sentido de lo que significaba para la
sociedad del momento y para la posteridad, el respeto a la Ley, y por
eso el maestro quiso dejar un legado a la humanidad, acató el injusto
veredicto con la misma dignidad y coherencia con la que vivió, y se
decidió por «dar ejemplo con su propia vida de respetar las leyes», y
a «tomar el veneno del estado»: La cicuta.

«Nosotros (las leyes) proponemos lo que mandamos, y no de un modo
despótico, sino dejando la opción de que se nos obedezca o se nos
convenza de lo contrario. Ahora bien, quien no se acoge a una de estas
opciones, no actúa como es debido». Platón.

Ohelmis Sánchezohelmissanchez@gmail.com