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El grave problema haitiano

diariodominicano.com

Santo Domingo, R. D., 4 de octubre, 2022.- La situación en Haití se torna cada vez más grave y es notorio el desinterés de los organismos internacionales en buscar una salida que permita el retorno de la paz y el fortalecimiento de la economía en ese empobrecido país, cuyo desenvolvimiento social sigue muy oscuro.

República Dominicana ha tenido que cargar con gran parte de la crisis del vecino país por el simple hecho de compartir la isla, pero al parecer la colaboración no es suficiente, las necesidades de los haitianos sobrepasan nuestra capacidad.

El predominio de las bandas armadas y su decisión de apoderarse de ese país a la fuerza mantiene en estado de caos, de inseguridad y terror todo el territorio afectando, no solo a los dominicanos, sino a toda la región que, de una u otra forma padece los efectos negativos de la inmigración desesperada de quienes huyen para preservar la vida y procurar mejor convivencia.

Si la comunidad internacional no actúa con la urgencia requerida para refrescar ese infierno, todos padeceremos los efectos negativos del desorden social que los dominicanos cargamos desde hace tiempo.

Las provocaciones están a la vista de todos, la desidia parece a propósito y si los planes de unificación son la causa, debemos prepararnos con decisión para defender, como Dios manda, los intereses del país y los valores de la dominicanidad.

Lo que ocurre en Haití no es un juego y los dominicanos somos su primer objetivo, aunque nos hemos hecho de la vista gorda. La carga de las amenazas se cierne sobre nosotros y no queremos ver la realidad, porque el negocio, la lujuria y el anti dominicanidad, predominan.

Es tiempo de actuar y establecer mayor control con el trasiego de personas, mercancías, porque cuando la frontera se mantenía cerrada, nada de esto ocurría. Estamos invadidos, presos en nuestras propias casas, amenazados como extraños, pero seguimos siendo comprensibles por temor a lo que digan; a que nos tilden de racistas y al juicio público de una comunidad internacional que no mueve una hoja para abonar el árbol. ¡Esta bueno ya!