La Revolución democrática de verdad
Por Narciso Isa Conde
En el siglo XX la sociedad dominicana solo pudo crear la posibilidad de llevar a cabo una revolución democrática y esto fue en abril del 1965.
La elección de Juan Bosch como Presidente de la República en oposición a la opción oligárquica, la aprobación por el Congreso Nacional de una constitución sumamente avanzada en lo político y lo social y la determinación del poder imperialista de los EEUU, de la oligarquía tradicional del país y de la alta jerarquía militar –principales fuentes de anti-democracia y despotismo- crearon las precondiciones para esa revolución.
Un programa profundamente democrático, un liderazgo vetado por la clase dominante y los EEUU y un pueblo indignado por el golpe a su voluntad de avanzar, conformaron los factores hacia la revolución; completados por la incorporación de un sector de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional a la lucha por la restauración del orden constitucional y por la ascendente movilización de las clases y sectores populares y de las capas medias a favor de esa meta.
La institucionalidad de facto, golpista, quedó aislada y pudo ser derrotada, a pesar de la resistencia del sector militar golpista y pro-oligárquico, con escaso derramamiento de sangre.
La resistencia militar reaccionaria obligó a los militares constitucionalistas y al pueblo armado a asestarle una derrota contundente; que a su vez determinó la desarticulación de los cuerpos armados y su progresivo reemplazo por una nuevas fuerzas armadas, producto de la fusión entre los militares democráticos y una parte del pueblo armado (organizado en los gloriosos comandos constitucionalistas).
El cuadro de una auténtica revolución democrática estaba claramente dibujado.
Derrotada la contrapartida de poder que impedía desplegar la aplicación de la Constitución de 1963.
Conformado un nuevo poder y una nueva institucionalidad superior en contenido democrático incluso a la electa en el contexto de las elecciones del 1962.
Creadas unas nuevas fuerzas armadas de puro corte democrático-popular.
Plasmado el giro más a la izquierda del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de Bosch y Peña Gómez y conformada su alianza con la izquierda revolucionaria de entonces y con los líderes militares constitucionalistas, evidentemente radicalizados por los hechos.
Es esto lo que explica la inmediata contrarrevolución imperial, impuesta desde una intervención militar masiva (42 mil marines).
Desde entonces hasta la fecha la contrarrevolución imperialista, traducida en un proceso de creciente dependencia, neocolonización y recolonización del país, ha dominado la nación dominicana y ha sometido a nuestro pueblo.
Ahora nuestro país está en plena fase de recolonización neoliberal y a ella ha servido no solo el Partido Reformista, de pura estirpe reaccionaria, sino también fuerzas que formaron parte de aquella revolución democrática. Eso son los casos del PRD y el PLD, y un sector renegado de la izquierda y cooptado por las cúpulas de esos dos partidos.
Es relevante el rol jugado por Leonel Fernández y la alta dirección del PLD en esta nueva fase del predominio de la contrarrevolución impuesta y en este periodo de recolonización neoliberal (privatizaciones, ajustes del FMI, intervención del Banco Mundial, políticas de “libre comercio”, reestructuración de la presencia militar de EEUU, transnacionalización de nuestra economía); todo esto montado sobre la institucionalidad y la Constitución del 66 que resultaron de la restauración del viejo orden barrido por la revolución del abril del 1965 y recuperado por la interveción gringa.
¿Cómo creerle a Leonel que montado sobre ese caballo institucional, colocado debajo de la bestia neoliberal, pareado con los balagueristas y con la oligarquía, sumergido en el fango de la corrupción, va a emprender una “revolución democrática”?
¿Cómo creerle cuando incluso dejó en el olvido la Constitución del 1963 y nunca la ha tomado como referencia cuando habla de la reforma constitucional?
La revolución democrática de estos tiempos precisa remontar el orden neoliberal, pararen seco la recolonización, asumir la defensa de la soberanía y laautodeterminación, transformar y/o refundar las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los órganos deseguridad, sustituir la institucionalidad decadente de la llamada democracia representativa por una nueva institucionalidad capaz de promover la democracia participativa e integral, derrotar el poder oligárquico y democratizar la economía del país.
Y si no pregúntenselo a Chávez y a los demócratas-revolucionarios venezolanos.
2006-07-19 04:02:45