Opiniones

Tercera recaída del PRSC

Tercera recaída del PRSC

 

Por Guillermo Caram

 

 

La burocracia del PRSC acaba de presentar sus precandidatos presidenciales. Este hecho demuestra cuan necesario es insistir en la desobediencia a las decisiones de su cúpula hasta tanto su Comisión Política o Ejecutiva  auspicie una revisión profunda de sus caídas electorales  y conduzca a la remoción de sus 6 principales funcionarios.

La primera gran caída la sufrió el PRSC en las elecciones del 2004 cuando descendió al 8 % de los votos. La segunda en la pasada contienda, cuando obtuvo la menor cantidad en elecciones congresuales y municipales y dejó a la mitad de las provincias del país sin representación en el Congreso.

Por aquello que la tercera es la definitiva,  hay que evitar otra recaída. Para ello resulta imprescindible una revisión profunda de las caídas anteriores, de sus causas y consecuencias. Debe admitirse, explícita y claramente, el fracaso y los errores cometidos, internalizarlos y exteriorizarlos públicamente.

Deben establecerse las responsabilidades políticas, entre otras, de quienes provocaron estas caídas.  Y debe pedirse disculpas a los reformistas que tenían expectativas forjadas; y a los dominicanos, por haber debilitado nuestra democracia al viabilizar que un solo partido predomine en los poderes del Estado. 

Solo así se evitará volver a cometer errores conducentes a la tercera recaída del PRSC que pudieran sepultar no solo el partido que ms ha aportado al desarrollo nacional,  sino muchas esperanzas nacionales y, por supuesto, a los mismos dirigentes que la provocaren. Solo así sería creíble y concitaría entusiasmo lo que anuncie el PRSC.

Pero su burocracia no está en sintonía con este proceder. Prefiere, como el avestruz, al no admitir sus caídas, esconderse para no ver la realidad. Y opta por tender a reformistas y dominicanos, una nueva trampa viabilizadora de otra recaída: lanzar candidaturas presidenciales para que el malestar presente, originado por la mala conducción pasada, sea olvidado.

Ante esta nueva y absurda pretensión, la desobediencia  resulta el mejor instrumento para detenerla: Ningún reformista genuina y libremente comprometido con el reformismo y la nación debe involucrarse en ella ni en los demás actos conexos, sean seminarios o congresos, aún cuando lleven el nombre de Balaguer; que como quiera queda mancillado como quedó en los actos de conmemoración de su fallecimiento.

 

Guillermo Caram es ingeniero civil y economista

2006-07-22 04:02:14