Opiniones

¡Alerta!, ¡Alerta!, ¡Alerta!

¡Alerta!, ¡Alerta!, ¡Alerta!

Por Narciso Isa Conde

Es conocido que las políticas neoliberales reducen los espacios y libertades democráticas en el contexto de la de por si restringida, tutelada y secuestrada democracia liberal-representativa.

Esto es consecuencia de la privatización, transnacionalización y concentración de la propiedad pública, del patrimonio natural y científico, de las empresas de todo tipo, de  la política y sus partidos, de los medios de comunicación y los mecanismos ideológicos, de la seguridad social, la educación, la salud, la diversión…

 Es consecuencia del fundamentalismo y el “discurso único” neoliberal, traducido a la política, a la ideología y a la cultura.

Del incremento del autoritarismo al compás del crecimiento de los monopolios y oligopolios y de su poder sobre el Estado.

Del auge del militarismo y la represión que conlleva la polarización social, la resistencia popular al exterminio económico y la intervención multilateral de un imperialismo estadounidense altamente pentagonizado.

Del impacto de la llamada guerra antiterrorista, o guerra infinita, derivada del plan de conquista de riquezas naturales (petróleo, gas, agua, minerales, biodiversidad conservada…).

De las restricciones policiales-militares generadas por el empobrecimiento y la espiral de violencia que provoca el terrorismo de corte imperialista.

Del incremento de la delincuencia provocado por la deshumanización extrema del  modelo económico-social, por su filosofía individualista, por la perversión extrema de sus mecanismos de acumulación.

Pero aquí, en República Dominicana, a esa tendencia avasallante, a la barbarie capitalista moderna y post-moderna, se le suma un conservadurismo medieval.

Racista y anti-haitiano.

Supuestamente puritano y aparentemente moralista y anti-delincuencial.

El Estado, sus partidos, sus gobiernos, sus gestores, están cada vez más corrompidos y gansterizados (junto a una parte del gran empresariado, de los viejos y nuevos rico); mientras pretende justificar las restricciones policiales a la diversión, al libre tránsito, a los derechos ciudadano, esgrimiendo la lucha contra la delincuencia.

El trago social a cierta hora de la noche es pecaminoso para los supuestos garantes de la seguridad ciudadana

Las formas de vestir que no se corresponden con los patrones tradicionales son penalizadas y discriminadas en lugares públicos, áreas de diversión, iglesias, instituciones del Estado, restaurantes, discotecas, clubes… (Prohibidas por “no apropiadas”, sin que nadie sepa quien determinó lo bueno o lo malo en ese aspecto).Las modas juveniles motivan atropellos.

El color de la piel, la pobreza aparente o real, la negritud o el mulataje, son suficientes para motivar detenciones, registros y maltratos ilegales, abusivos e inhumanos.

Los desalojos en barriadas pobres, para favorecer falsos propietarios, son cada vez más brutales, como aconteció recientemente en el poblado turístico de Boca Chica y en barrios de la Capital.

Los políticos del “opus dei”, sus legisladores, procuran penalizar al máximo el derecho al aborto, incluido el aborto terapéutico.

La hipócrita moral de la alta jerarquía católica se ha apropiado de la hermosa zona colonial de Santo Domingo .Los jerarcas de la iglesia católica tienen metidas sus narices en todos los vericuetos de la política nacional. Su línea conservadora obstruye múltiples intentos de avance en dirección a más democracia y más diversidad.

El conservadurismo católico margina a otras creencias y atropella sin piedad la ciencia y la libertad.

Los derechos a la libre manifestación, al libre tránsito, a las preferencias particulares, a las inquietudes juveniles, están siendo coartados sistemáticamente.

La policía de tránsito se ha tornado grosera y arbitraria.

Las noches se tornan noches de miedo por los abusos de la autoridad mezclados con la delincuencia común y el auge de la discriminación en los centros nocturnos

Los medios masivos de comunicación, cuando no son presa de una vulgaridad conservadora, son complacientes frente a todas las restricciones impuestas en nombre de la “seguridad” y el “orden”. Obvian totalmente que la delincuencia estatal está incapacitada para combatir eficazmente la delincuencia común.

En los aeropuertos los registros y medidas se tornan abusivos y odiosos, copiando las fórmulas gringas y británicas.

Y ya están fraguando la ley antiterrorista y proponiéndose derogar lo evidentemente democrático del nuevo Código de Procedimiento Penal.

Hay, pues, grandes y muchos motivos para un grito de alerta, posiblemente válido para muchos países donde se reproducen patrones represivos similares

Y esta ofensiva despótica- conservadora debe ser enfrentada sin titubeos, promoviendo la insumisión, la desobediencia, la rebeldía frente a tanta arbitrariedad legal e ilegal.

2006-09-22 13:01:09