EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
Justo reconocer que asì como fue de apropiado el discurso del Presidente Leonel Fernàndez al medio y al evento en que se produjo su intervención en Cuba, durante la reunión de paìses no alineados, tambièn resultò muy ajustada al escenario su posterior intervención durante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La pieza del mandatario al ocupar su turno en la tribuna del organismo mundial, se focalizò en temas muy puntuales. Del mismo destacan tres aspectos: la importancia de la migración hacia las naciones ricas como factor de alivio y desarrollo econòmico para los paìses màs pobres; el incremento de la ayuda a Haitì para hacer sustentable y creciente el proceso de normalizaciòn del territorio vecino y la democratizaciòn de las propias Naciones Unidas. Comencemos por enfocar el ùltimo.
Aunque no instrumentò la forma en que debiera llevarse a cabo ese proceso de apertura del organismo, es obvio que su propuesta lleva implícita la reformulación del Consejo de Seguridad, eliminando la famosa cláusula del veto que constituye una irritante y discriminatoria prerrogativa de cinco naciones: Estados Unidos, China Comunista, Rusia, Francia y Gran Bretaña. El solo voto disidente de una de estas cinco grandes potencias se constituye en obstáculo insalvable para cualquier iniciativa, aùn cuando èsta cuente con el respaldo de las otras cuatro, o peor aùn, no obstante que votase a favor el resto del pleno de las Naciones Unidas.
Tal es la razón por la cual consideramos que no procedia durante la pasada administración, el despellejarnos por ocupar un puesto en el Consejo en eñ que en toda decisiòn trascendente nos tocarìa el papel de simple espectador o marioneta, una gestión que nos llevò a un serio enfrentamiento con el gobierno de México, que aspiraba a la posición. Es tambièn la misma causa por la que le restamos importancia a cualquier esfuerzo presente en esa direcciòn que pueda originarnos algún tipo de conflicto similar.
La insistencia del Presidente Fernández para que se asuma como compromiso internacional la ayuda al vecino pueblo haitiano, marca un nuevo hito en lo que ha sido uno de los contados casos en que hemos mantenido una continuidad en la política del Estado. Lo hizo ya el propio mandatario en su anterior gestión, mantuvo la misma postura el ex Presidente Hipólito Mejìa y ha retomado el tema con el mismo vigor, la actual administración. Es un planteamiento tan justo como oportuno.
Quiérase que no y salvando todas nuestras diferencias como pueblos con distinta historia, cultura y desarrollo el destino de ambos està muy vinculado. Lo que ocurra en Haitì inexorablemente repercute aquì y tiene consecuencias locales. Cuanto contribuya a que el pueblo haitiano pueda superar su misérrima condición de vida y desenvolverse en un marco de institucionalidad, tambièn se reflejarìa positivamente de este lado de la isla. Nuestro discurso y reclamo de ayuda a favor de Haitì para que pueda salir de su postración, tiene que ser constante. De por medio hay razones humanitarias sobradas y tambièn de propia conveniencia.
De paso, el mandatario reivindicò lo que calificò del derecho a la migración. El movimiento inexorable que se registra a todo lo largo de la historia de la humanidad de las sociedades màs pobres y atrasadas a las màs ricas. Un proceso que contribuye con su trabajo a la mayor prosperidad de èstas al tiempo de aliviar la presión social sobre las primeras y hacer significativos aportes a su desarrollo econòmico y estabilidad social. La inmigración haitiana hacia Repùblica Dominicana y la nuestra hacia los propios Estados Unidos y otros paises son buenos ejemplos de ello. De paso, sus palabras constituyeron una crìtica al infortunado proyecto del Congreso Norteamericano de levantar una larga valla en la frontera con México que, de concretarse, vendrà a ser una vergonzosa rèplica del “muro de la vergüenza” que por décadas aunque `por otras razones dividiò al pueblo alemán.
Finalmente, el Presidente dominicano llamò la atención sobre la erosión de los niveles de seguridad interna que està registrándose no sòlo en los paìses menos desarrollados sino tambièn en las naciones màs ricas. Las manifestaciones son evidentes a travès del contrabando internacional y creciente de estupefacientes, el tràfico de personas y el de armas. Todos son crímenes de lesa humanidad. Todos han sido objeto de condena focalizada y enérgica por parte de las Naciones Unidas. Y todos han dado origen a la celebración de numerosas convenciones, tratados y pactos de mutua interacción para enfrentarlos.
Lamentablemente hay que admitir que la criminalidad se adelantò en el tiempo a la globalizaciòn de los mercados. Todos los crímenes antes mencionados vienen registrándose a nivel internacional con redes en numerosos paìses y uso en muchos casos de los màs sofistadas herramientras que nos aporta la tecnología moderna. En adiciòn, producen incuantificables beneficios de cientos de miles de millones de dólares lo que provee recursos cuantiosos para agenciarse todo gènero de complicidades en las màs diversas instancias de poder en el campo econòmico, social y político.
Se podrà argumentar que el discurso del Presidente Fernández fue uno màs de los tantos que sobre los mismos temas se han pronunciado en el recinto del organismo mundial. Un ejercicio inútil. Una pèrdida de tiempo. Ciertamente la complejidad de intereses que confluyen en la ONU no permite que el organismo actùe siempre con la celeridad ni con la eficiencia requeridas. Pero negar que en alguna forma ha contribuìdo a zanjar muchos conflictos, a salvar vidas y lograr a que vivamos en un mundo todavìa muy traumático y plagado de injusticias pero obviamente mejor que cuando no existìa, serìa de todo punto injusto. Como tambièn lo serìa negar el valor de la palabra y del mensaje reiterativo a lo largo del tiempo para contribuir a ese propòsito. Y en este sentido, la pieza del mandatario dominicano es un grano màs de arena aportado a ese mundo mejor.
2006-09-26 12:49:23