EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
Grave, gravísima en todos sus ángulos la denuncia del Obispo de la diócesis Mao-Montecristi, monseñor Diòmedes Espinal, sobre el paso a travès de la frontera de ilegales, drogas, armas y arroz acusando de franca complicidad en esas actividades a quienes, segùn expresa, tienen la responsabilidad y autoridad para controlar esa situaciòn.
Las afirmaciones de monseñor Espinal resultan tan categóricas que no dejan lugar a interpretaciones torcidas. “Este es un problema que lo hacen, que lo provocan los mismos responsables de poner los controles de chequeo y de trabajo en esa àrea”, afirma el religioso.
El prelado católico reconoce que el problema no es nuevo y que se sabe que hay personas que han ido a la regiòn fronteriza con la finalidad de enriquecerse, “porque -.- segùn sus palabras textuales– cada haitiano que pasa paga, ese desorden lo crean los mismos que controlan”. Igual ocurre y con mucha mayor prodigalidad, cuando se trafica con drogas, armas o cualquier mercancía contrabandeada.
Años atràs, cuando a un militar lo destinaban a la frontera, se entendía que equivalìa a un castigo. Una verdadera maldición. La regiòn fronteriza era casi tanto como una especie de Siberia tropical. Con el tiempo, esa valoración sufriò un cambio significativo desde que se estableció que la línea divisoria ofrecìa màs que suelos calcinados, pobreza creciente y carencia de las comodidades urbanas para convertirse en terreno propicio no solo al trànsito masivo de ilegales sino tambièn de todo lo que pudiera contrabandearse. Y por consiguiente, una oportunidad atractiva de recibir jugosos sobornos y hasta de participar directamente en negocios ilícitos de rápido enriquecimiento.
Que desde Haitì nos llega gran parte de la droga que transita por el paìs, parte de la cual se nos queda aquì en tanto el grueso sigue rumbo al muy mayoritario mercado norteamericano y al creciente europeo, hace rato superò la categoría de secreto a voces. Ahora mismo, no han pasado veinticuatro horas de la denuncia del obispo y ya la DNCD reporta la captura de dos haitianos con un alijo de 110 kilos de cocaína en varios paquetes, proveniente del otro lado de la isla. Los mismos viajaban con los detenidos en un vehículo que cruzò la frontera a la altura de Jimanì, una demostración de la despreocupación y confianza con que se burlan los controles establecidos, en muchos casos contando con su manifiesta complicidad.
Lo de los ilegales ocurre casi a nivel de feria. Por cada grupo que es sorprendido, son diez los que pasan para este lado. Las armas que portan bandas criminales y que en muchos casos son màs modernas y con mayor potencia de fuego que las que portan los agentes de la autoridad, son igualmente de factura haitiana. En nuestros apenas poco màs de 48 mil kilómetros cuadrados son robados centenares de vehículos, de los cuales apenas se recupera una mínima parte. No hay que señalar que no desaparecen precisamente por arte de magia sino que toman el mismo recorrido de los indocumentados pero a la inversa. Y en cuanto al contrabando de mercaderìas de todo tipo, es una antiquísima actividad fronteriza.
Nada de esto, hay que decirlo responsablemente, puede hacerse sin la participaciòn de autoridades proclives al soborno. Como reconoce el obispo Espinal, al denunciarlo no està descubriendo un problema nuevo. Pero sì advirtiendo, con todo el peso de su investidura e informaciones y pruebas de que dispone, sobre una situaciòn cada vez màs acusada, creciente y grave a la que es preciso ponerle freno.
Meses atràs se anunciò la creación de una guardia fronteriza que recibirà entrenamiento especializado para las tareas de vigilancia y control que requiere la zona, dotada del armamento y equipos modernos de apoyo. Pero es de esperar, màs aùn absolutamente indispensable, que sea éticamente formada y debidamente retribuida para resistir la tentación de la ganancia fàcil que ofrecen los traficantes de drogas, armas, ilegales y mercancìas a cambio de su complicidad o su oportuna ceguera.
Porque lo que està ocurriendo en la frontera y pasando a travès de ella es absolutamente grave y preocupante. Una situaciòn frente a la cual las autoridades no pueden permanecer indiferentes ni cruzadas de brazos, a riesgo de males cada vez mayores para el paìs que ya afronta màs que suficientes. Porque asì como la frontera requiere del “corredor ecológico” propuesto por Max Puig, tambièn demanda un apretado cinturón de seguridad.
2006-10-13 12:50:50