Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO

de

Mario Rivadulla

El anuncio de que el proyecto de presupuesto de Ingresos y Gastos Públicos para el próximo año montarà a 200 mil millones de pesos, o sea unos 38 mil millones menos que el vigente para este 2006 pròximo a solo pocas semanas de finalizar, debe ser tomado con satisfacción pero tambièn con reserva.

Lo primero, porque al reducir en una cantidad tan significativa los gastos en que incurrirà el Estado disminuirà la presión sobre el fisco y la necesidad de buscar mayores recursos.  Hay que imaginarse que si el gobierno està reclamando aumentar sus ingresos en 18 mil millones de pesos, lo que hace pensar en incrementar los actuales impuestos y crear otros nuevos, què ocurrirìa en caso de que el presupuesto para el año venidero se mantuviese en el mismo nivel que el actual o superior.

O sea, ¿cuàntos màs recursos requerirìa el gobierno extraer de los agobiados bolsillos de la población y de los propios sectores productivos que verìan aùn màs afectados sus bajos niveles de competitividad?

Pero al mismo tiempo, el anuncio obliga a recibirlo con reservas, por lo menos hasta tanto se disponga de una informaciòn detallada sobre las diferentes partidas, departamentos y organismos de la Administración que pudieran resultar afectadas por la reducción.  Esto asì, en particular, en lo relacionado a obras de infraestructura, al financiamiento de los indispensables planes sociales a favor de los tres millones y medio de pobres,  y servicios tan fundamentales y que ahora mismo se prestan todavìa de forma muy deficiente, como son la salud y la educación.

Obviamente, tal como se ha venido planteando, el gobierno no puede reclamar màs sacrificios de una población sobradamente agobiada por los efectos de una crisis que no provocò pero cuyas consecuencias terribles està pagando, sin enviar una señal nítida, contundente, convincente de que està en disposiciòn de predicar con el ejemplo.   O sea, que por delante, como preámbulo a cualquier proyecto fiscal, sin importar su justificación, alcance y contenido, se proyecte y comporte con la mayor austeridad.

Por lo pronto, entendemos que es preciso que retome el plan de ahorro energético que comenzò en los meses finales del 2005, descontinuado en el mes de Diciembre como tregua navideña que pasò a ser permanente no obstante los altos precios que han mantenido los combustibles durante el año actual.   El cumplimiento del mismo por el gobierno debe ser realmente percibido por la población, a fin de que no deje la impresión de ser un simple enunciado.

Otras medidas saludables pudieran ser la revisión de la nòmina pùblica no para lanzar gente a la calle sino para eliminar las “botellas” y el cobro múltiple.  Quien disfrute de màs de un cheque, que quede limitado al mayor.

La eliminación de las canastas navideñas, salvo en aquellos organismos en que se acostumbre a entregarlas a su personal.  Pero en este caso ponerles un tope razonable.

Eliminar todo gasto superfluo y suntuario.

Proyectar los viajes al exterior con la comitiva estrictamente indispensable.

Reducir los honorarios a los asesores en las diferentes àreas, asì como las dietas y viáticos, entre un 10 y un 20 porciento.

Reducir la publicidad gubernamental al menos en un 10 porciento, reorientándola y focalizàndola a fomentar y crear en la población una cultura de ahorro general de que ahora carecemos.

Tomar la iniciativa el PLD y reclamarla de los restantes partidos,  de renunciar a los fondos que reciben del presupuesto nacional, vìa la Junta Central Electoral, para financiar sus actividades.  Quienes reclaman con razón, racionalizar y bajar el gasto pùblico, bien pueden dar ejemplo en este sentido.

El paìs està todavìa inmerso en los efectos de una seria crisis. De poco o nada vale a los efectos de salir de la misma, culpar de ella a la pasada administración por sus errores o reprochar a la presente que no haya sido capaz de superarlos.  Lo importante es asumir plena conciencia de su existencia y de que si todos no ponemos de nuestra parte, no sòlo no podremos salir del hoyo en que estamos sino que lo haremos cada vez màs y màs profundo.

Y si eso llegase a ocurrir, entonces que Dios nos coja confesados porque entonces sì de verdad llegaremos sin apelación  a la condición de Estado fallido y de paìs fracasado.

2006-11-08 12:40:20