Opiniones

Cuando un discurso nada cambia

Cuando un discurso nada cambia

Cuando un presidente pronuncia un discurso y nada cambia, la confianza y la  credibilidad en la autoridad van mermándose; amenazando la preservación de  la paz y el orden.

Por Guillermo Caram

Nada cambió el reciente discurso del presidente Fernández, intentando, sin lograrlo, calmar la tormenta que su gobierno creara con sus declaraciones y acciones.

Los temores no se disiparon por las imprecisiones sobre  los nuevos productos que, siguiendo la línea de excepciones, serían gravados.

No demostró que sus expectativas  podrán ser cumplidas a pesar de la lección  de la pasada reforma, que no indujo un crecimiento de las recaudaciones al  ritmo de la economía; exponiéndonos a otro nuevo escarceo fiscal, que sería  el cuarto de su gestión.

Nada que el Gobierno no  hubiera dicho antes en materia de austeridad, sin que lo cumpliera, dijo ahora.

El Presidente se ufanó del crecimiento de los gastos de capital, pasando por alto que estos incluyen, entre otros, la amortización de una deuda que criticó; pero que respeta, paga e incrementa, al diferir la factura petrolera mientras la ciudadanía paga de inmediato los combustibles.

No agregó nada a la reducción del subsidio benefactor de empresas eléctricas, no a la población, para lo que se necesita completar la  rescisión de contratos concertados al margen de la Ley de electricidad; y como ordena, además, la recién promulgada Ley 340 – 06 sobre compras estatales de servicios: mediante subastas.

No fue lo suficientemente contundente en anunciar la eliminación del subsidio del GLP para transporte; condescendencia que aumenta los impuestos  a la gasolina y el gasoil, arriesga el mantenimiento del subsidio del GLP  para uso doméstico y convierte al Estado en fomentador de competencia  desleal perjudicadora de la eficiencia social de la economía de mercado.

El discurso del Presidente acrecentó dudas preexistentes sobre cuán bien o mal estamos, originados por anuncios  de una economía creciendo al 18% mientras las recaudaciones lo hacen al 14%; evidencia que o lo primero no es  cierto, o en lo segundo hay ineficiencia:

Se regodeó de reconocimientos internacionales recibidos, olvidando que estos  procuran algo en reciprocidad, al tiempo que fuentes que le son afines  acusan nuestras finanzas de deficitarias.

Cuando un Presidente pronuncia un discurso y nada cambia, la confianza y credibilidad en la autoridad va mermándose;  amenazando la preservación de  la paz y el orden. Amenaza que, afortunadamente, el Presidente parece conocer, a juzgar por una expresión de su discurso: “nunca se sabe”.

2006-11-17 14:59:51