Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de

Mario Rivadulla

Razones personales nos hicieron ausentarnos durante una semana.  Afortunadamente el trabajo de Dilenia Cruz y la ayuda solidaria de Alex Jiménez cubrieron nuestra ausencia sin el menor menoscabo.

Al regresar, la situaciòn es exactamente igual que cuando nos fuimos.  Menos tensa en parte, porque las medidas fiscales anunciadas por el Presidente Fernández resultaron muy por debajo de las aparatosas, preocupantes y estremecedoras noticias que se filtraron sobre las propuestas del Fondo Monetario Internacional, lo cual no implica necesariamente que hayan sido bien acogidas. 

Mucho, regular o poco a nadie le resultan agradables las cargas impositivas.  Con mayor razòn  cuando como en nuestro paìs, lamentablemente, unos pagan màs por el resto que no lo hace,  y es muy poco lo que por tradición,  le retribuye el Estado al contribuyente en calidad y cantidad de servicios.

Pero lo realmente desalentador es que el tiempo transcurre, se suma un dìa a otro, un mes a otro y un año a otro màs y el paìs sigue careciendo de sentido de unidad.  Todas las diferentes fuerzas sociales, económicas y políticas se mantienen en permanente y a menudo en àspera confrontación,  mientras los males seculares se prolongan y en muchos casos se acentúan sin encontrar una soluciòn de continuidad ni tan siquiera vocación de solucionarlos.

Sencillamente continuamos adoleciendo de la falta de un proyecto de naciòn.  Cada quien tira para su lado.  En todo este tiempo no hemos logrado sentarnos seriamente a la mesa del diàlogo a plantearnos los problemas del paìs como un todo que a todos nos afecta, a todos debiera interesar resolver y todos estamos en el deber de contribuir a conseguirlo.

No es un problema de sistema político sino de sentido comùn. Paìses de regímenes muy diferentes estàn creciendo y progresando porque se han planteado metas colectivas y trabajan afanosamente por alcanzarlas.  Son varios los ejemplos a que puede apelarse.  Pero bastarìa con mencionar tan solo el caso de Irlanda.  Sumida por espacio de dècadas en la violencia de una sangrienta confrontación religiosa entre católicos y protestantes, apenas doce años atràs tuvieron la sensatez de sentarse a negociar gobierno, empresarios y trabajadores culminando con un pacto de comùn esfuerzo que han cumplido hasta ahora con resultados excelentes.

En tan solo esa docena de años, empujando en la misma direcciòn, Irlanda, de ser el paìs màs pobre de Europa, se ha convertido en el tercero a nivel mundial de mayor per cápita y el de màs acelerado crecimiento en el Viejo Continente.  Bien que ha recibido una generosa ayuda de la Comunidad Europa. Pero todos esos cuartos se hubieran hundido en el mar del Norte,  si los irlandeses no se hubiesen puesto de acuerdo para hacer buen uso de esos recursos.  Hoy, las consecuencias de ese pacto se han traducido en beneficios para sus tres firmantes: gobierno, empresariado y trabajadores.

Aquì, mientras tanto, seguimos dando tumbos. Cada quien por su lado.   Empujando exclusivamente en su direcciòn y provecho. Una especie de cada vez màs extendido ¡salvase el que pueda!  Como si en vez de una naciòn integrada e integral, fuésemos compartimientos estancos y no piezas de un todo. Grupos màs que sectores en permanente pugilato. 



Con mayor empeño en acusarse los unos a los otros de ser responsables de los problemas del paìs,  que en vez de tratar de ponernos mìnimamente de acuerdo para tratar de solucionarlos.

Una vez màs insistimos en que asì no vamos a parte.  Que el anhelado bienestar jamàs tocarà a nuestras puertas.  Que necesitamos pasar de los estrechos programas de cuatro años a un ambicioso proyecto de naciòn a largo plazo.   Y que èsta y no otra, es la consigna clave de nuestro futuro. 

2006-11-24 14:36:12