EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
Recluidas en las pàginas interiores de uno de los principales matutinos del paìs, se divulgaron unas declaciones del Canciller Carlos Morales Troncoso que, a nuestro juicio, son de gran trascendencia.
La primera de ellas es cuando afirma que la industria azucarera nacional marcha a paso raudo hacia la casi total mecanización de sus labores. Esto harà que progresivamente se vaya prescindiendo, en un plazo relativamente breve, del uso de mano de obra haitiana. Desvincularà asimismo a la industria de vinculaciòn con los bateyes, con toda su larga y ominosa tradición de marginalidad, y por consiguiente, las crìticas, abultadas e interesadas en muchos casos en contra del sector productor del dulce.
En esta direcciòn marchan las dos principales empresas del sector azucarero privado dominicano. Tanto el Central Romana como el Grupo Vicini estàn promoviendo y desarrollando sendos programas a un plazo màs breve que extenso que, a la vuelta de muy contados años, habràn logrado su total culminación. Este ùltimo en particular ha anunciado un ambicioso proyecto destinado a crear comunidades modelo para sus trabajadores del àrea azucarera, con viviendas cómodas, funcionales y seguras dotadas de todos los servicios básicos. Estas comunidades contaràn además con iglesia, escuelas, centros recreacionales y dispensarios mèdicos para dignificar la vida de sus `pobladores y constituirán un verdadero modelo para el sector rural.
La industria azucarera nacional ha venido a menos en relaciòn a la preponderancia de que disfrutò en el pasado no tan lejano, en que era el principal generador de divisas y un vigoroso propulsor de otros sectores de la economìa dominicana. No obstante la significativa reducción de la cuota azucarera al mercado norteamericano, todavìa la agroindustria del dulce continùa aportando una buena cantidad de dólares al paìs, siendo un importante empleador de mano de obra y un gran usuario de bienes y servicios locales.
Lamentablemente contra este sector existe lo màs parecido a una vasta conspiración. Tal como señala en sus declaraciones el Canciller Morales Troncoso, existen organizaciones que tomando como excusa la industria azucarera y el empleo de mano de obra haitiana para las labores de zafra, mantienen una constante campaña contra el paìs, al que acusan de maltratar a los inmigrantes del otro lado de la frontera y ser un flagrante violador de los derechos humanos.
Seria la denuncia de Morales Troncoso de que tales organizaciones derivan beneficios de esa posición crìtica, sustentada con fondos venidos del exterior, presumiblemente si no en todos, en una buena cantidad de casos inspirada en fines ocultos de carácter màs mercurial que humanitario.
Como bien expresa nuestro Canciller, el problema migratorio no es de fàcil soluciòn. Por el contrario, hoy por hoy, constituye uno de los principales desafìos que enfrentan muchas naciones desarrolladas que han visto crecer de manera significativa el fenómeno de la inmigración ilegal, hasta convertirse en un serio problema de Estado de graves implicaciones sociales, económicas y políticas.
Bastarìa tomar como ejemplo el caso de los propios Estados Unidos, aprobando una ley congresional que autoriza la multimillonaria construcción de un muro con México para tratar de contener el ingreso subrepticio de los llamados “espaldas mojadas”, que cada dìa burlan la frontera que los separa del ilusorio y tantas veces engañoso “sueño americano”. Màs aùn: la propuesta de criminalizar la condición de extranjero ilegal que ya, al menos, ha sido aprobada por la legislatura del estado de Arizona.
Manejar esta situaciòn con prudencia pero tambièn con energía y reserva de nuestra soberanìa es deber inapelable del Estado frente a la presión de organizaciones que quieren suplantar esa prerrogativa imponiendo sus propias propuestas. Por años hemos dejado por indiferencia, imprevisión, politiquería o temor, que la inmigración ilegal creciese de manera desbordada hasta convertirse en uno de los màs graves problemas que debe enfrentar el paìs. Hora es ya de que comencemos su desmonte fijando políticas migratorias y de residencia definidas, justas, inteligentes, desprejuiciadas y vàlidas para todo inmigrante sin importar su nacionalidad.
El tema viene a apunto ante la visita, con fines posiblemente asociados a la sostenida campaña en contra del paìs y de subyacente interés comercial que realmente humanitarios, de legisladores norteamericanos que vienen a buscar aquì los rastros de marginalidad que bien pueden encontrar sin salir de sus propias fronteras. Dentro de ellas, negros e hispanos sobre todo, pueden aportarles pruebas tan contundentes y màs numerosas, paradójicamente en el paìs màs poderoso de la tierra, de las que puedan hallar aquì, en que por el contrario, casi cuatro millones de dominicanos y haitianos comparten su infortunio en uno de los paìses màs pobres de este lado del mundo, solo segundo quizàs de su miserioso vecino insular.
2006-12-12 15:19:50