Opiniones

El presidente Fernández, su canciller Carlos Morales Troncoso Y la Reforma Fiscal en el contexto del FMI

El  presidente Fernández, su canciller  Carlos Morales Troncoso Y la Reforma Fiscal en el contexto del FMI

Guillermo Caram*

Mi memoria no precisa la última vez que una postura gubernamental concitara tanto apoyo como el observado en el presente con la actitud del canciller Carlos Morales Troncoso frente a legisladores de EEUU que nos visitaron para constatar la situación haitiana en bateyes azucareros. Todas las voces nacionales inscritas en la dignidad y decoro lo respaldaron. Hasta el partido que lo expulsó, el PRSC, apoyó su posición, quien sabe si constituyendo en una señal que preludie la imprescindible reunificación de la familia reformista.

Ni siquiera los haitianófilos levantaron su voz para criticarlo. En medio de tantos temores y aprehensiones económicas determinadas por relaciones sumisas del gobierno frente al FMI que lo ha llevado a someter una reforma fiscal ratificadora de los mismos yerros cometidos en el pasado hasta llegar a amenazar con la clausura de negocios, la nación ha recibido con aliento esperanzador la actuación de un funcionario que encaró con dignidad y energía la intromisión de legisladores de la nación mas poderosa del mundo.

 Nada inhibió su vocación dominicanista, ni siquiera su conocida asociación con empresas norteamericanas; y demostró  no  tener temores para enfrentar los absurdos del poderío internacional al actuar dentro de la razón y la justicia. Su posición incluso le hace bien a la democracia norteamericana al estimular la purga de  dobleces e hipocresías.

La ciudadanía terminará premiando con creces esta postura.

No sucede lo mismo con las relaciones con el FMI y la reforma que se nos pretenden imponer. El “equipo económico” no evidencia sintonía con LF, ni coordinación entre sí, sino  conflictos y contradicciones  que trascienden a la opinión pública.

Las relaciones con el FMI son llevadas regidas por una sumisión indecorosa. Mientras los legisladores norteamericanos fueron recibidos en el país,  el “equipo económico” se trasladó a Washington para comprometer al país, pasando por alto los cuestionamientos internos al FMI y hasta su expulsión de naciones de nuestro subcontinente.

Permitieron que el Presidente Fernández se comprometiera  ante Rodrigo Rato, actual director gerente del FMI, a aumentar impuestos; en circunstancias que éste fuera ministro de economía del gobierno español que encabezara José Ma. Aznar, quien en su reciente visita al país invitado por la FUNDACIÓN GLOBAL para predicar sobre sus logros gubernamentales, destacó las bondades de las rebajas impositivas.

 El Palacio Nacional se prestó para que el FMI explicara, coreado por el “equipo económico”, una reforma que merecido la repulsa unánime de la comunidad nacional y mantiene intranquila la ciudadanía.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      ha

Por éstas razones el Presidente Fernández ha perdido respeto y popularidad; y no se sabe hasta donde la crisis interna desatada con la renuncia de su jefe de gobierno, el Secretario de la Presidencia, es consecuencia del catastrófico compromiso asumido con la reforma.

                                                                                                                                                                                                                                                                

La nación se ha puesto de pié contra esa reforma. Y así debe seguir, para su propio bien y hasta de un FMI cuyo recetario ha sido perturbador de la democracia.

Mas temprano que tarde, la ciudadanía terminará castigando ésta conducta; a menos que el gobierno se sacuda del absurdo compromiso asumido con el FMI, para lo cual le bastaría emular la responsabilidad, decoro y energía manifestada por  nuestro canciller.

Guillermo Caram, es político.

2006-12-15 14:33:30