Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de

Mario Rivadulla

Ayer, al fin, despuès de dos previos intentos frustrados, la Càmara de Diputados aprobò, aunque con fuerte oposiciòn oposiciòn, una felicitaciòn a Fidel Castro con motivo de sus 80 años.  De paso, la resolución se acompañò de una plegaria a favor de su ya, a estas alturas,  dudosa recuperación, que no deja de ser paradójica en el caso de una persona como el dictador cubano que se ha declarado públicamente ateo, pese a su educación religiosa.

La propuesta consumiò a lo largo de las tres oportunidades en que se llevò el tema como punto de agenda, largas y encendidas discusiones que dividieron la opinión de las tres bancadas partidarias. Tanto en el PLD como en el PRD y el PRSC, hubo quienes promovieron la inusitada resolución con persistencia digna de temas màs prioritarios,  y quienes por el contrario, cuestionaron la misma con igual tenacidad.

Uno pensarìa que en el paìs hay suficientes problemas y en la Càmara hay màs que sobrados proyectos del màs alto interés nacional que debieran absorber el tiempo, la atención y las energìas de los señores legisladores, en vez de entretenerse con tanto entusiasmo y dedicaciòn a practicar la crónica social. 

Tomar como argumento que la Repùblica Dominicana y Cuba mantienen buenas relaciones  no era excusa suficiente para la congratulación natalicia.  A fin de cuentas, mantenemos tambièn cordiales y aùn màs provechosas relaciones con la mayor parte de los casi doscientos paìses registrados en las Naciones Unidas.  Y no por ello se supone que el cuerpo haga un registro natalicio que lo lleve a incluir la agenda de cada sesiòn, sendas felicitaciones cumpleañeras a todos sus respectivos jefes de Estado. Esto asì, sobre todo si como en el caso de Castro, las propuestas pudieran dar lugar a prolongadas e incendiarias polémicas.

Por otra parte, acompañar los parabienes con una postdata afirmando que Castro, cuya enfermedad sigue siendo un secreto de Estado pero cuya larga convalescencia y ausencia de protagonismo hace pensar que sus quebrantos son realmente graves y de pronòstico muy delicado, ha dedicado toda su existencia al bienestar del pueblo cubano no pasa de ser un chiste de mal gusto.

Ello asì si tomamos en cuenta que su dictadura, la màs larga que registra la historia del Continente y posiblemente de la humanidad, ha provocado la màs masiva emigración de que se tiene noticias en esta parte del mundo.  Que una gran cantidad de sus opositores han sido fusilados, miles han pasado por sus càrceles y cientos permanecen aùn privados de libertad a consecuencia de juicios arbitrarios y condenas ilegales, abultadas y abusivas.

Que se estima en decenas de miles los que han perdido la vida en el mar Caribe,  tratando de escapar de la trágica realidad de un paìs donde no existe libertad para viajar. Que muchos miles màs dejaron sus huesos en tierras extranjeras en la absurda intervención del castrismo en conflictos tribales y tierras ajenas y distantes y frustrados intentos guerrilleros.  Que en Cuba no existe tampoco la libertad de prensa de la que tan ampliamente hacen uso los propios legisladores que aprobaron el proyecto. 



Que no se permiten partidos de oposiciòn ni pueden hacerse crìticas al gobierno, y menos al Jefe de Estado, como ocurre aquì.

Que no hay libertad sindical ni de asociación.  Que los salarios son ridículamente bajos. Que los cubanos no pueden invertir en su propia tierra,  y que en su propia tierra hay lugares exclusivos para extranjeros cuyo acceso le es vedado salvo para servir a aquellos.  Que a medio siglo de distancia todavìa el pueblo depende de una insuficiente tarjeta de racionamiento para procurar sus alimentos, ropas y calzado.  Que la economìa cubana sigue sin despegar, de tumbo en tumbo,  y que esto nada tiene que ver con el absurdo e ineficaz embargo norteamericano que solamente sirve como excusa para que el gobierno castrista trate de justificar todos sus errores.

Mejor, mucho mejor hubiese sido que conforme a la tradición libertaria y democrática de ambos pueblos, el cubano y el dominicano, hermanados en historia, sacrificios y sueños, el mensaje por la recuperación de Castro hubiese estado acompañado de un fervoroso llamado a favor de la transición de su régimen hacia uno que procure la reconciliaciòn de un pueblo profundamente dividido y la oportunidad de elegir su destino por propia voluntad, sin imposiciones ni presiones de dentro ni de fuera.

Ningùn epitafio màs apropiado para el infortunado episodio como el que le dedicò en su ediciòn de hoy el matutino Diario Libre,  al calificarlo de necio y risible.

2006-12-15 14:35:54