Competitividad y DR-Cafta
Por José Reyes Martínez
Especial para DD
Es evidente que un capitalismo moderno y competitivo se basa en la eficacia de su sector empresarial y en la fortaleza institucional y política del Estado.
Los empresarios, con su vocación emprendedora, proveen los recursos que se invierten en nuevas empresas, con modernas tecnologías, y mejoras continuas de productos y procesos, para impulsar la productividad y la competitividad de las empresas.
Esto sin obviar que la especialización de los recursos humanos son los activos más eficaces, en una economía global basada en el conocimiento, la creatividad y la innovación tecnológica.
Ahora que el país ha cumplido con los requisitos que exige Estados Unidos para entrar al Tratado de Libre Comercio, es obvio recordar que, la tecnología, la productividad y la competitividad, son aspectos claves para insertarse con éxitos en las exigentes economías del resto del mundo.
En tal sentido, se asume que los empresarios modernos, que son el motor de la economía, tienen un concepto claro de cómo ha de usarse la acumulación de capital.
El recurso capital, no puede ser visto sólo como un medio de consumo ostentoso –villas, yates, viajes y carros de lujo –, sino como un instrumento clave para el progreso y el desarrollo al través del ahorro-inversión.
Es decir, el país requiere ser conocido en el exterior como una nación emprendedora y competitiva a través de inversiones en actividades
productivas, que generen empleos de calidad abundantes divisas, y no como creciente consumidor de carros y yipetas de lujo, que es como se conoce en el mundo desarrollado.
Por esas razones es fundamental que el Estado, además de eficientizar el sistema eléctrico, crear el marco jurídico para la promoción de la actividad empresarial, coadyuve también a la formación de los cuadros técnicos y profesionales para el fortalecimiento de la competitividad empresarial del país.
Por eso es fundamental que los recursos de los “Bonos para el Desarrollo Empresarial”, aportado por la Unión Europea y gerenciado por la Oficina Nacional de los Fondos Europeos de Desarrollo ONFED, conjuntamente con el Plan Nacional de Competitividad, contribuyan con esos vitales objetivos.
Se necesita también que el equipo técnico que administra los acuerdos comerciales conozca a fondo las tendencias y las necesidades de las
economías que nos conectan con la integración económica.
Y así conocer los nichos de mercados a conquistar para promover una bien planificada oferta exportable especializada a los mercados americano y europeo.
Por todo ello, el liderazgo político y empresarial, tiene que trabajar con la voluntad que demanda la nación en las áreas que son prioritarias para el país.
Por eso nos urge definir el plan a seguir desde ahora hasta el largo plazo, porque el país está en presencia de un nuevo modelo económico que definiría el porvenir y cambiará la fisonomía de la economía de República Dominicana.
El autor es periodista
jr_reyes_16@hotmail.com
2007-01-08 16:15:43