Cómo se distorsiona la noticia. Lo mismo ocurre con la prensa escrita.
Rebelión
Por Germán Leyens
Así que, si yo fuera un periodista independiente que trata de ofrecer un trabajo importante sobre el calentamiento global a esa gente, ¿cómo lo haría? Yo no renunciaría a un análisis basado en los hechos, desde luego, – la obligación ética de los periodistas es basar lo que informamos en evidencia. Pero yo contaría algunas de mis historias prestando atención al lenguaje espiritual, el lenguaje de las parábolas, porque es el lenguaje de la fe.
Supongamos que quisiera escribir un artículo sobre los millones de especies que podrían ser llevadas a la extinción por el calentamiento global. Si informara sobre esa historia a una audiencia científica, hablaría científicamente, diría cómo una especie diezmada por el cambio climático podría llegar a un punto sin retorno en el que la reserva genética se agotaría demasiado como para poder mantener su adaptabilidad evolutiva. Ese empobrecimiento genético puede llegar, en última instancia, a la extinción.
¿Pero cómo ganar a los cristianos fundamentalistas que dudan de la evolución? ¿Cómo logro que me escuchen? Podría entrevistar a un científico que sea al mismo tiempo creyente y preguntarle a él o a ella si podría describir el tema de un modo que logre la atención de otros creyentes. Podría entrevistar a un pastor que pueda presentar el trabajo de los científicos del clima y la biodiversidad con una metáfora bíblica: la historia de Noé y el diluvio, por ejemplo. Es maravilloso contemplar las similitudes de esta parábola. Tanto los científicos como Noé poseen el conocimiento de una catástrofe global potencialmente inminente. Tratan de hacer correr la voz, advertir al mundo, pero se ríen de ellos, los ridiculizan. Se puede casi oír a algún filisteo diciéndole al viejo Noé que no es otra cosa que “un ecologista pesimista” que propaga su historia de un abrupto cambio climático, de un gran diluvio que ahogará al mundo, de la extinción inminente de la humanidad y de los animales, si nadie entra en acción.
Pero nadie entra en acción, y Noé sigue escuchando la voz de Dios: “Cuanto hay en la tierra perecerá. Pero contigo haré yo mi alianza; y entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. De todo viviente y de toda carne meterás en el arca parejas para que vivan contigo; macho y hembra serán. De cada especie de aves, de ganados y de reptiles vendrán a ti por parejas para que conserven la vida…» Noé hace lo que Dios le ordena. Acepta salvar no sólo a su propia familia, sino emprender la inmensa tarea de rescatar toda la biodiversidad de la tierra. Construye el Arca y es ridiculizado por loco. Reúne a dos de cada especie, el clima cambia, el diluvio sobreviene tal como lo había predicho. Todo el que no está a salvo en el Arca, se ahoga. Pero Noé y todo su complemento de animales de la Tierra sobreviven. Han visto descripciones de cómo desembarcan del Arca bajo un arco iris, de dos en dos, las jirafas y los hipopótamos, los caballos y las cebras. Noé, por lo tanto, puede ser considerado como el primer gran preservacionista, que impidió la primera gran extinción. Hizo exactamente lo que los biólogos de la flora y la fauna y los climatólogos tratan de hacer en la actualidad: actuar basados en sus convicciones morales para conservar la diversidad, proteger la creación divina ante un diluvio de consumismo e indiferencia de un mundo materialista.
Es probable que algunos de ustedes no se sientan cómodos con mi parábola. Pueden tender a burlarse o a reír. Pero ahora sabrán exactamente cómo un cristiano fundamentalista que cree devotamente en el creacionismo se siente cuando nosotros, los periodistas, escribimos sobre la genética nacida de Darwin. Si no comprendemos como ellos ven el mundo, si no logramos tener afinidad con la necesidad de cada persona de captar un problema humano en el lenguaje de su visión del mundo, probablemente fracasaremos en el intento de ser entendidos por muchos conservadores cristianos que tienen un sentido de moralidad y justicia tan fuerte como el nuestro. Y habremos hecho poco por impedir la sexta gran extinción.
2007-01-10 16:03:10