Testimonios de amistad y camaradería (II):
Kiva : de amigo a hermano mayor
Por Narciso Isa Conde
Desde el ´68 no había vuelto a ver a Kiva, porque no había salido del país en medio de una dura clandestinidad.
A finales de los ´70 perseguido a muerte, se agotaban las posibilidades de vivir y trabajar a escondidas. Los riesgos se multiplicaban. El terror de Estado no reparaba en ametrallar las casas donde generosamente nos alojaban amigos (as) y camaradas.
Sin consultarme, la dirección del PCD decidió mi salida urgente por los meses que fuera necesario. Detrás iría la pequeña familia: la bella Lulú, Pavel (de dos años) y el recién nacido Narcisito (de 4 meses).
Salí por mar (Santo Domingo-Veracruz-Cartagena) en barco español, disfrazado de sacerdote y bien entrenado para esos fines por los amigos de la izquierda cristiana.
De paso por Madrid- Kiva y España
El punto de encuentro con la familia fue Madrid, en la casa de Margarita Castro y Manolo Martínez Llaneza. Luego iríamos a París, posteriormente a Rumanía y finalmente a Moscú, donde la estadía sería mas larga porque incluiría un curso sobre El Capital de Marx, sobre filosofía y sobre capitalismo monopolista de Estado.
En Madrid se encontraba Tony mi hermano, ya casi de retorno a Santo Domingo, después de su viaje a Cuba. Allí además de su cariño y solidaridad humana y del apoyo de Margarita Castro (dominicana, militante del PCD y del PCE) y Manolo Martínez Llaneza (dirigente medio del PCE clandestino), contamos con el afecto y el respaldo de tres formidables camaradas españoles del mismo equipo ( Melania, Pedro Callejos y Antonio Martí)
Ellos (as), después de contarle sobre el talento y la humanidad de Kiva, y de haber conocido parte de sus escritos sobre España y América Latina-Caribe, al cabo de algunos años –justo después del fin de la tiranía de Franco- no pudieron resistir la tentación de conocerlo, lo que implicó una duradera e intensa amistad. El eje Santo Domingo-Madrid-Moscú se fortaleció.
Entre las grandes amistades de Kiva en Moscú se encontraban los (as) camaradas españoles (as) exiliados en la URSS, especialmente Dolores Ibarruri (La Pasionaria) y su secretaria Irene Falcón.
Por él las conocimos de cerca y entablamos una amistad que se fortaleció después de coincidir en el rechazo a la intervención militar de Checoslovaquia y en el apoyo a la “Primavera de Praga”.
Con Kiva visité varias veces el modesto apartamento moscovita de “La Pasionaria”.
A España lo unió intensos vínculos de afecto así como su altísima valoración del combate antifascista de los comunitas, socialistas y anarquistas españoles (as).
Kiva y su espíritu insurgente
Kiva siempre añoró ser parte de la digna rebeldía armada contra todas las modalidades de despotismo.
Su espíritu contestatario, su vocación científica, su amor por la humanidad, su recia formación ético-moral; su insurrección frente al abuso, la injusticia y la represión, la combinación de su extraordinaria racionalidad con la pasión y la mística revolucionaria, su sentido crítico ( despiadado hasta consigo mismo), lo vincularon al pensamiento, al quehacer revolucionario y al ejemplo del Che.
Del amor por España y sus luchas a finales de los 30 hasta los 70, pasó, en estrecha combinación, al amor por la revolución cubana, primero, y por la revolución dominicana del 1965, después; junto a su identificación con todas las insurgencias heroicas del los ´60 y ´70. La primera “onda” revolucionaria latino-caribeña, como le gustaba denominarla.
La intensidad de la amistad política de Kiva en ese periodo siempre fue directamente proporcional a la combatividad y al espíritu subversivo y autonomía de los PC latino-caribeños: el cubano, el salvadoreño, el venezolano insurrecto, el guatemalteco, el dominicano, el mexicano, el uruguayo, el chileno, el brasilero….por diferentes razones.
Los movimientos político-militares, procedieran o no de los Partidos Comunistas, contaban con su amistad.
Y esto era también extensivo a Europa, Asia y Africa, donde su simpatía inmensa por los movimientos de liberación (vasco, irlandés, turco, vietnamita, laosiano, kampuchiano, guineo, congolés, surafricano, argelino, palestino…) era expresa y sistemática.
Concluyendo los ´60 y entrando a los ´70, gravitaron significativamente en sus razonamientos y preferencias, las actitudes respecto a las hegemonías tanto soviética como china, y muy especialmente lo relativo al modelo de transición al socialismo y la democracia socialista.
Al deslinde entre lo revolucionario y lo reformista, entre lo subversivo y lo conservador, se le agregaron estos factores diferenciadores, ya sea por su intensificación como por su destacada presencia en los nuevos procesos desatados.
Generalmente unas y otras características no iban de la mano, no aparecían siempre juntas en cada sujeto, lo que hacia más compleja la situación y más inteligente y minucioso el discurso de Maidanik.
Lo acontecido en Checoslovaquia y las diversas reacciones al respecto, vino a complejizar y ampliar tanto las tendencias centrífugas como las reflexiones sobre el devenir del socialismo en el Siglo XX.
Recuerdo que respecto a las diferentes actitudes frente a la URSS, Kiva acuñó una triple clasificación de los partidos: los hay “soviéticos”, “pro-soviéticos” e independientes.
Sus ejemplos no faltaban: el estadounidense y el argentino eran “soviéticos”, el colombiano y el brasilero eran “pro-soviéticos” y el español, dominicano, vietnamita, cubano, mexicano… eran independientes.
No siempre, claro está, la independencia coincidía con la vocación democrática, presentándose casos tan distantes de ésta como los del PT de Corea del Norte y del PC de Rumanía; independientes ambos, pero…
Estos y muchos otros eran temas de nuestras conversaciones, destacándose también su profunda crítica a la política imperial estadounidense y sus consistentes análisis sobre la evolución del capitalismo, sus crisis estructurales (en sus diversos niveles de desarrollo) y muy especialmente sobre su modalidad dependiente latinoamericana-caribeña.
Residencia en Moscú: relaciones y tareas
Luego de un corto periodo en el pequeño Hotel Octubre (hotel del PCUS), ubicado en la calle Plotnikov (calle del zapatero), cerca de la calle Arbat, nos hospedaron en un apartamento próximo al hotel. Allí permanecimos unos nueve meses en total.
A nuestra llegada, avanzando el mes de diciembre de 1970, se produjo el primer encuentro de familias en el apartamento de Kiva, Rufina y su primogénito, Artemio. Para esa fecha nos presentaron también su mascota: una ardillita bautizada Quisqueya (nombre aborigen de la isla que compartimos con Haití), la que no tardó en escaparse buscando su libertad.
De allí, en otra ocasión, nos fuimos a caminar por un bosque próximo, acompañado de Tony Sánchez (nuestro delegado en París), su novia Liuva y mi primo Narciso Conde Sturla, entonces estudiante de postgrado de medicina). ¡Lindo caminar! Narcisito en una canastita y Pavel a pie, los dos súper-abrigados, rodeados de nieve y hermosos abedules.
No faltaron en ese pasadía ni los pedazos de karbasak (salchichón) con pan negro, ni el vodka congelado con ají picante.
Quedó así iniciado el paso de la amistad a la hermandad.
Yo había cumplido 28 años en noviembre y Kiva me tenía un valioso regalo familiar, una cámara fotográfica Kiev-E, la que nos ayudó a plasmar en fotos no pocos de esos hermosos momentos.
Le contamos nuestros planes.
Lo niños irían a un jardín infantil y a una casa-cuna.
Yo iniciaría el estudio de “El Capital” con el prof. Anastasio Mansilla (de origen español), especialista en el tema. Lulú quería estudiar ruso. La familia completa se juntaría todos los fines de semana en el apartamento asignado.
Y, claro está, desde esta nueva ubicación, yo me tendría que ocupar de las relaciones internacionales del PCD, contactando periódicamente las embajadas socialistas, las representaciones partidarias, los movimientos de liberación y las delegaciones diplomáticas y no diplomáticas de países y fuerzas del campo antiimperialista. También me ocuparía de las relaciones con las juventudes revolucionarias radicadas en Moscú.
Este compromiso incluía la asistencia a congresos y eventos de los partidos hermanos de Europa, Asia y Cuba. Igual todo lo relativo al plan de becas en la URSS y demás países del “socialismo real”.
Solo con las instituciones de la URSS el trabajo pendiente era arduo.
Tareas sobraban, puesto que no se trataba de salir para enfriar compromisos, sino mas bien del relevo de un tipo de tareas por otro tipo.
¡Ah!, olvidaba que antes de salir de Santo Domingo, habíamos hecho un trascendente compromiso con el Prof. Juan Bosch, que fue enterado previamente de mi viaje clandestino, sin mayores detalles.
El PRD y el PCD, específicamente el Doctor José Francisco Peña Gómez y yo (segundo al mando del Profesor Bosh.), radicado entonces en París, emprenderíamos una campaña internacional contra la Banda Anticomunista Reeleccionista(organización par-militardel régimen de Balaguer) y contra el terrorismo de Estado. nosotros dos nos encargamos de Banda distribuirnos las tareas y responsabilidades en ese plano a escala mundial.
Nos vimos en París y pusimos en práctica la encomienda, logrando al cabo de unos meses una enorme difusión de una amplia y diversa solidaridad respecto a lo que acontecía en nuestro país. Esto contribuyó al desmantelamiento de La Banda y a la reducción del terror de Estado.
Kiva insistía en que estudiara ruso. Yo, que soy duro para los idiomas, no me sentía ni con ánimo ni con capacidad de hacerlo bien paralelamente al programa de estudio y trabajo descrito. Tal resistencia me la recriminó por lo siglos de lo siglos y cada vez que se refería a un texto ruso de utilidad no traducido al español, propio o ajeno, me fustigaba sin piedad.
Lulú insistió en estudiar el ruso y nunca los anfitriones crearon las condiciones de lugar. Allí también tenía fuerza la discriminación de las mujeres, especialmente la concepción que carga sobre ellas las responsabilidades del hogar y la familia.
Kiva –que tenía poco de feminista- lo lamentó juntó a nosotros (as).
Kiva se incorporó a la familia y se apropió de nuestros problemas.
Eran días difíciles en las relaciones entre el PCD y el PCUS. Por lo de Checoslovaquia (1968, nos opusimos a la intervención soviética en Checoslovaquia), por lo de la Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros (1969, no firmamos el documento principal).
Estuvimos a punto de ser expulsados del movimiento. A José Israel Cuello, que le tocó el atrevido discurso en ese evento, lo habían maltratado.
Intervenciones políticas discretas como la de Rodney Arismendy, destacado e influyente intelectual y Secretario General del PC de Uruguay, muy amigo, por demás de Kiva y nuestro, lograron frenar lo peor.
A mi me tocó enfrentar la resaca de esa situación y en verdad que no me fue humanamente fácil hacerlo.
Comida y alojamiento nunca nos faltó, atención médica menos aun.
Dinero de la beca nunca recibimos y entonces no había manera de hacérnoslo llegar desde República Dominicana.
Pero lo peor era el trato de los funcionarios del PCUS, con algunas excepciones como las actitudes de Constantino Kurin y Miguel Kudashkin, nuestros responsables directos. Lo peor eran los desplantes e insinuaciones capciosas, la vigilancia de nuestros movimientos, la hostilidad frente a todos los contactos no alineados, la censura de nuestras intervenciones y artículos escritos, la discriminación permanente…
En verdad, sin el afecto de Kiva y su familia y de Pedro Juan Persia (a la sazón becado en la Escuela de Cuadros del PCUS), no se que hubiera sido de nosotros.
La madre de Kiva no tardó en convertirse en nuestra “madre soviética”.
Kiva y toda su familia, como Pedro Juan (uno de los camaradas dominicanos de sentimientos mas nobles), vivían pendientes de nosotros (as) y los niños, de todas las necesidades y detalles, de toda nuestra vida espiritual e incluso de nuestros requerimientos materiales.
Igual puedo decir de Pedro Gómez (hermano del histórico dirigente comunista y revolucionario siempre, Luís Gómez Pérez), de Cocolo Castro Catrain y de José Amado Ariza, de Carmen Ivanova Durán y de otros (as) estudiantes, quienes hicieron de nuestros traductores, asistentes y acompañantes en múltiples oportunidades.
Todos ellos(as) conocieron a Kiva y lo apreciaron mucho. Todos ellos (as) admiraron su erudición, inteligencia y sabiduría.
Kiva desde entonces se convirtió en nuestro hermano, maestro, padre…y esos vínculos los fuimos haciendo extensivos a toda la gente de valor que conocíamos.
Con él volvimos a encontrarnos con Roque Dalton y a disfrutar de sus versos y de su finísima ironía y audaces irreverencias.
Con Kiva aprendíamos al escucharlo. Aprendíamos a pensar, recordar y a analizar cada vez mejor, cuando en cada ocasión nos interrogaba sobre los pormenores de nuestras experiencias, de nuestras relaciones y vivencias, de nuestras posiciones y afectos.
Kiva siempre fue un manantial de historia viviente y de historia aprendida, de profundidad teórica, sensibilidad, cariño. Fuente permanente de relaciones con lo mejor de su entorno y d sus vínculos políticos y humanos
Inolvidables fueron las caminatas por Moscú en su compañía, por sus bosques, por sus ríos, por sus iglesias y monasterios, por sus cementerios, museos, lugares históricos, mercados, tiendas…
Sabias sus recomendaciones cuando me tocó viajar a Polonia, Bulgaria, Rumanía, Yugoslavia, Hungría, Alemania…siempre trascendiendo lo estrictamente político
Valioso su apoyo incondicional cuando tuve que hacerlo sin la compañía de Lulú y de los niños. En Moscú se quedaban Kiva, su familia y las y los muchachos (as) dominicanos(as) que los respaldaban.
Retirada de Moscú
Solo así pude aguantar aquellos nueve meses de exilio, en un periodo de tantas desencuentros con nuestros solidarios y duros anfitriones oficiales.
Sentimos separarnos de Kiva y de los suyos, sin poder aun regresar a Santo Domingo.
Ensayamos durante dos meses permanecer en Italia sin éxito, debido a la insolidaridad en ese aspecto del Partido Comunista de Italia (pese a coincidir en no pocos aspectos trascendentes).
Decidimos entonces solicitar estancia en Rumanía, donde permanecimos otros ocho meses más de exilio, hasta que decidí retornar clandestinamente de nuevo a mi país; no sin antes encontrarnos con Kiva en Moscú, cuando precisé del apoyo técnico soviético, que incluyó usar un pasaporte español suministrado al PCUS por el PCE, así como de formidables cambios físicos realizados en un estudio de Soviet Pro-Film, la empresa de cine soviética, donde ya antes me habían hecho un tratamiento para quitarme temporalmente muchos pelos de cabeza (cuando todavía me quedaban bastante).
Recuerdo que Kiva, el amigo transformado en hermano, siempre sostenía la tesis de los efectos de ese tratamiento en mi progresiva y pronunciada calvicie.
Gracias a esa efectiva solidaridad pude burlar eficazmente la vigilancia policial y lograr mi entrada triunfal al terruño amado.
Lulú y los niños tuvieron que esperar en Bucarest el momento oportuno para retornar, contando con el afecto y la solidaridad de los camaradas rumanos y de los estudiantes dominicanos (Osvaldo Domínguez, Julio Ravelo, Eduardo Martínez, Eddy Mendoza…), y muy especialmente del entonces responsable de América Latina, Nicolás Petruts, quien expresaba un cariño especial por Pavel y Narci.
Concluyó así el más largo, intenso y fructífero encuentro de amistad con Kiva, tanto que desde entonces nos convertimos, más que en amigos entrañables, en hermanos del alma.
Enero 2007, Santo Domingo, República Dominicana
2007-01-11 15:47:28