EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
Muy atinada y oportuna la reciente nota editorial del matutino Hoy enfocada en la que califica acertadamente como cultura de abandono que tradicionalmente se deja sentir en el bajo nivel de mantenimiento y conservación de las obras pùblicas. A distancia de los problemas que generalmente llenan la cotidianidad noticiosa de los medios de prensa, el tema no deja de ser por ello del mayor interés.
La nota de Hoy menciona casos específicos muy conocidos.
Uno de ellos es el del puente Juan Pablo Duarte. Remodelado recientemente a un costo elevado, se halla totalmente a oscuras porque o bien el sistema de iluminación ha colapsado o ha sido robado. En todo caso, no se ha repuesto por lo que se mantiene en tinieblas. Tambièn el puente Juan Bosch, de muy reciente construcción, tiene sus barandas casi totalmente deterioradas dando indicios de que el material utilizado pudiera no haber sido de adecuada calidad.
La iniciativa de levantar el Barrio Chino en la capital, fue saludada como un homenaje a esa laboriosa y tranquila colonia oriental, tanto como un atractivo turístico tal como ocurre en otros paìses donde un paseo por Chinatown siempre despierta gran interés. Pero la obra ha quedado a medio talle y la zona se encuentra devastada afectando el normal desenvolvimiento de la avenida Duarte y calles aledañas.
Los parques Enriquillo y Eugenio Marìa de Hostos presentan la misma situaciòn de abandono, en tanto el primero se ha convertido en una especie de mercado poblado por vendedores ambulantes.
De manera coincidente, el Diario Libre destaca el estado de penosa arrabalizaciòn en que ha caìdo el pabellòn de Venezuela, construido para la Feria de la Paz y utilizado al presente como especie de basural y vertedero de todo gènero de desperdicios y chatarra, donde pollos y gallinas se dedican a buscar la comida. Como consecuencia de este reportaje, el Presidente del Senado de la Repùblica ha dispuesto investigar la legitimidad del reclamo de propiedad que sobre la obra sostiene la Sociedad de Arquitectos y que hasta ahora le ha negado el alto cuerpo legislativo.
Como si fuero poco, para completar la afrenta a la memoria del gran americano que fue el Libertador Simòn Bolívar, la hermosa plaza ubicada en la avenida que lleva su apellido, tambièn muestra evidentes signos de abandono. Esto ha sido denunciado en dos ocasiones por el Embajador de Venezuela en el paìs aunque en forma y por canales poco diplomáticos como son los medios de prensa, sin que al parecer su justificada queja haya motivado la reacción de las autoridades para darle el mantenimiento requerido y que merece.
La lista en verdad, pudiera hacerse interminable con la adiciòn de infinidad de expresiones similares de esta cultura de abandono, como ocurre con el Vacacional de Jarabacoa para empleados públicos sometido al deterioro del tiempo asociado a la indiferencia y falta de mantenimiento.
Cultura de abandono. El tìtulo del editorial de Hoy es el màs apropiado. El define lo que ha sido una política del Estado a lo largo del tiempo, donde a la orilla del camino van quedando por terminar obras a medio hacer por valor de miles de millones de pesos y se da la espaldas al necesario mantenimiento y conservación de las ya realizadas por administraciones anteriores y aùn por la que estè en el poder.
A ella pudiéramos sumar tambien otra cultura igualmente negativa como es la del dispendio tan propio igualmente de nuestra forma de ser. Entre ambas abandono y dispendio se va perdiendo un inapreciable tesoro de obras valiosísimas de gran utilidad pràctica como emblemàticas, ornamentales y de sana recreaciòn y echando prácticamente al safacòn la cantidad inmensa de recursos utilizados en su construcción.
A esto tambièn debemos ponerle atención.
2007-01-30 03:05:18