Política y poder
José Reyes Martínez
Con buenas evidencias, Anthony Giddens, el teórico de la Tercera Vía, nos dice que «la confianza en los líderes y las instituciones, constituyen el fundamento radical que tiene en pie y da cohesión a las sociedades complejas».
Por eso el Congreso de Venezuela acaba de dar poderes especiales, durante 18 meses, al presidente Hugo Chávez, para consolidar el nuevo proceso democrático que le devolverá al pueblo venezolano la dignidad y el bienestar que históricamente había perdido.
Con apoyo masivo de la sociedad venezolana, que lo ha respotulado con el 62.89 por ciento de los votos, Chávez reasumió la dirección del Estado hasta el 2012, para consolidar la confianza de la población en las instituciones y la gobernabilidad de la nación.
Es decir, el presidente Chávez tiene ahora la responsabilidad de la construcción de una sociedad, que mediante sus instituciones y sus leyes, sea el soporte de la justicia, la libertad y las oportunidades para todos los ciudadanos de disfrutar de la riqueza de nación.
Lo cierto es que el líder de esa nación, con su proceso democrático y progresista, esta construyendo la refundación de la República Bolivariana de Venezuela, y, con la promulgación de una nueva constitución, le devuelve a la población el poder de decidir su propio destino
Y sobre todo, por la credibilidad, el contundente apoyo de la sociedad venezolana y los cuantiosos recursos que maneja por la exportación de petróleo, tiene la oportunidad histórica de continuar avanzando en el proceso de democratización, el adecentamiento y la dignificación de la vida y el porvenir del laborioso pueblo venezolano.
Además, el apoyo recibido en la pasada elecciones, es un evidente reconocimiento a un nuevo estilo de ejercer el poder, diferente al tradicional, más equitativo y mejor conectado a las necesidades y los sueños de la población que lo ha repostulado para un nuevo mandato.
Pues, luce que el presidente Chávez ha entendido la lección de que gobernar una nación e implementar las políticas económicas y sociales que demanda la sociedad para su desarrollo y bienestar, es un proceso que atañe al esfuerzo colectivo.
Lo cierto es que, en Venezuela, así como en otros países de la región, el liderazgo político tradicional pocas veces ha entendido que sus artimañas, sus astucias, así como la habilidad para estar desconectados de las legítimas demandas sociales, tienen sus límites y se paga bien caro.
Organizaciones políticas tradicionales, dañadas por la corrupción y la ineficiencia y los escándalos públicos, como los partidos Acción Democrática y el COPEI, perdieron la credibilidad política y la base de sustentación popular.
Estos dos partidos, que mantuvieron la hegemonía del poder y el control de la riqueza petrolera para beneficio de minorías y dirigentes, derivaron en el nacimiento del Movimiento V República (MVR) del presidente Chávez.
De ahí que la ausencia absoluta de acciones éticas en el ejercicio de la política y el poder, fue lo que aceleró la crisis de los partidos políticos en ese país, y el ascenso exitoso del líder y estadista venezolano al Estado de esa rica nación petrolera.
La ocasión es propicia, entonces, para saludar y reconocer el proceso de redención que ahora se construye en la patria de Bolívar: por la justicia y la equidad en la redistribución de las riquezas, así como el derecho y la libertad de esa nación para construir su propio destino.
En definitiva, ya en América Latina se ha empezado a despertar y entender, que para enfrentar con éxitos las desigualdades y las injusticias que padecen nuestros habitantes, se precisa de un nuevo liderazgo que entienda que nos urgen cambios en la forma y el contenido de entender el ejercicio de la política y el poder.
El autor es periodista
jr_reyes_16@hotmail.com
2007-02-06 00:41:15