Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

En diferentes oportunidades hemos sostenido que tanto la seguridad ciudadana como la lucha contra el narcotráfico, requieren de la participaciòn activa de la propia sociedad.

No puede esperarse ni reclamarse de las autoridades un trabajo eficaz que garantice el orden pùblico y las vidas y bienes de todos si los interesados, en este caso los propios ciudadanos, no ponemos de nuestra parte para contribuir con esa misión.  Esto con mayor razòn, bajo las especiales circunstancias que estamos viviendo  en que todo parece indicar encontrarnos en presencia de una nueva ola de agresiva criminalidad.

Hoy por hoy, la seguridad ciudadana se ha convertido posiblemente en el tema de màs apremiante prioridad en la agenda nacional. Màs aùn que la propia crisis energética. La gente anhela convivir en paz y armonìa.  Sin zozobras ni sobresaltos.  Ver respetada la santidad de sus hogares. Poder transitar por las vìas pùblicas a cualquier hora del dìa o de la noche, sin temor a ver victima de un atraco, una violación, una agresión`o quizás perder la misma existencia.  A tener en fin, garantizada la protecciòn de su integridad personal y de sus posesiones.

Es un derecho elemental en toda sociedad organizada.  Un servicio que el Estado està obligado a prestar de manera eficiente.  Pero que en todo momento, principalmente en situaciones crìticas o cercanas a ella, impone tambièn al ciudadano velar por su propia seguridad, no suplantando en modo alguno las funciones de las autoridades responsables de esa misión, pero sì prestando a èstas la mayor colaboración para pueda ejercerla del modo màs eficaz en su propio beneficio.

A la luz de esta realidad, entendemos que  debe acogerse con beneplácito la noticia de que en Santiago de los Caballeros se han creado grupos de vecinos que han decidido organizarse en diferentes barrios para contribuir a la lucha contra la delincuencia.  Es la tarea que tambièn en sectores de la capital, considerados como calientes, han asumido grupos similares y asociaciones barriales.

Las autoridades, específicamente el Plan de Seguridad Democrática, precisa de algo màs que el respaldo moral que reflejan las encuestas que han medido su alto grado de aceptación en la ciudadanìa.   Es la colaboración activa, militante de la gente.  Bueno es por consiguiente, que haya núcleos de ciudadanos en disposición de prestar ese apoyo en forma màs directa y efectiva para contribuir a rescatar su derecho a vivir sin temores.

Pero mucho cuidado.  Hay que advertir que a nadie debe ìrsele la mano. Estamos hablando de grupos organizados y responsables, no de hordas sin control.  No es cuestión de tomarse justicia por propia cuenta, como por desgracia ha venido ocurriendo en algunos casos lamentables.  El màs dramàtico y notorio ocurriò en Yaguate, en dìas recientes, cuando una turba que se calcula estaba compuesta por màs de 800 vecinos, diò muerte en forma sumaria a 3 presuntos delincuentes.  Uno de ellos tenìa apenas 15 años.

Cierto que este hecho, como otros actos de linchamiento ocurridos con anterioridad en la capital y en distintos sitios del paìs, reflejan la desesperación de la gente por la comisión reiterada y en muchos casos impune, de actos delictivos, cometidos por lo general por malhechores de poca monta.

Pero tambièn hay que significar que acciones de esta naturaleza nos rebajan a la misma condición de brutalidad que queremos combatir y extirpar.  Los grupos de vecinos que se organicen para ayudar a combatir la delincuencia por consiguiente, deben estar conscientes de que son simples auxiliares de las autoridades.  Su misiòn es mantenerse en alerta y notificar a aquellas ante cualquier situación irregular, incluso atrapar presuntos malhechores pero solo para hacer entregarlos a la autoridad competente a fin de que puedan ser sometidos a la Justicia.

Esto debe quedar bien en claro.  Cualquier otra acciòn que se tome contraria a la ley,  y màs aùn la de promover agresiones y linchamientos,  serà tanto como convertir a sus ejecutores en seres irracionales y degradar su condición humana al mismo nivel de los criminales a quienes se quiere combatir.  Y por tanto, tan merecedora de sanción como la  merecida por èstos.

2007-02-08 14:54:28