Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla



Despuès de haber descendido a algo menos de cincuenta dólares el barril en semanas recientes, el petróleo ha registrado un repunte.  Ayer mismo cerrò a 58.88, es decir que ya està coqueteando con la barrera de los sesenta dólares.

Es posible, y deseable sobre todo para los paìses que no producimos el crudo, que no retome la escalada alcista de meses pasados en que sobrepasò con mucho los 70 dòlares el barril.  Pero tambièn es de dudar que baje del nivel presente, si tomamos en cuenta la ola frìa considerada sin precedentes que afecta a los Estados Unidos,  y que ha obligado a las autoridades norteamericanas a una apresurada habilitacion de los refugios establecidos para albergar personas de escasos recursos en este tipo de situaciones.

Ya sea por esta razón o por cualquier otra que sensibilice los precios en el mercado internacional, lo cierto es que cada vez que se produce un alza en el mercado del crudo,  la economìa de los paìses dependientes de la importación se resiente.  Es tambièn lo que ocurre en nuestro caso,  en que la factura petrolera representa con mucho el mayor rubro de importación en tèrmino de divisas y constituye una autèntica y permanente sangrìa para nuestra economìa.

Ciertamente existen al presente toda una serie de propuestas y proyectos de energía alternativa que lucen bien aspectados.  Es un camino que debimos haber tomado hace un par de décadas, si hubièsemos cobrado conciencia de la gravedad del problema energético a partir del petróleo y actuado con la necesaria previsión en el desarrollo de opciones que redujesen nuestra dependencia del mismo.  Salvo por la construcción de hidroeléctricas, nada en realidad se ha hecho en este sentido que mereciese la pena.

Ahora bien: esos proyectos alternativos llegados con tanto retraso estàn todavìa en fase de planificación en su gran mayorìa, mientras el resto se encuentra en una etapa muy primaria de ejecución. No podemos esperar respuestas en este campo en el corto plazo.

Por consiguiente, se impone como necesidad apremiante y medida inteligente y previsora retomar el plan de ahorro energético.  Implementado en los meses finales del 2005, entrò en un supuesto breve receso en diciembre con la anunciada intención de reanudarlo una vez pasadas las fiestas tradicionales.  No se hizo quizàs por las expectativas de alivio generadas por el acuerdo de PETROCARIBE, olvidando –¡siempre nuestra traicionera memoria!—que las facilidades que nos otorga Venezuela a travès del mismo, al financiarnos a largo plazo y crèdito blando parte del petróleo que le compramos, es un préstamo que serà preciso pagar y no un regalo.

Hoy la tendencia mundial es al ahorro.  Inclusive en la propia Venezuela, cuarto exportador mundial de crudo y poseedora de incontables reservas, el gobierno de Chàvez ha dispuesto un aumento en el precio de la gasolina a fin de moderar un tanto su consumo.  Y el Presidente George Bush, quien al margen de sus desaciertos, lo es de la nación màs poderosa de la tierra, en su reciente comparecencia y discurso ante el Congreso dominado ahora por la oposiciòn demócrata, solicitò respaldo para ejecutar un programa a diez años destinado a reducir el consumo de gasolina del pueblo norteamericano en un 20 porciento.

Aquì, en cambio, paìs pobre donde hay gente que, aùn sin poder,  insiste en vivir con ínfulas de rico y donde no producimos ni una botella del llamado “oro negro”, seguimos consumiendo gasolina a màs y mejor con la màs alegre imprudencia e imprevisión.  Una tendencia que solo puede conducirnos a un agravamiento de nuestros problemas económicos.

Insistimos en que el paìs necesita ahorrar combustible.  Que es preciso fomentar una cultura de uso racional de recursos energéticos que no producimos y que le cuestan a la economìa nacional un ojo de la cara.  Que necesitamos retomar el plan de ahorro, ajustándolo conforme a la experiencia de los escasos meses que estuvo en vigencia. Que el gobierno debe reasumir el liderazgo de la camapaña, acompañando la línea que baje en ese sentido con el ejemplo palpable, ostensible de su propia austeridad. Y que todos tenemos que acabar de cobrar conciencia de que si continuamos pecando de imprevisores, el futuro inmediato nos pasarà inexorablemente la factura de nuestra irresponsabilidad que tendremos que pagar nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

2007-02-09 17:17:45