EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
El tema de las zonas francas està tan caliente que es preciso regresar a èl.
El pasado mièrcoles precisamente, ADOZONA, entidad que representa a ese sector, desplegó un comunicado en la prensa escrita planteando su situaciòn y reclamando la ayuda oficial para salir de su actual impasse que ha provocado el cierre o reducción de operaciones de empresas del sector textil, y la consiguiente cesación en sus puestos de trabajo de miles de obreros.
Las dos medidas propuestas por ADOZONA para el rescate del sector son: agilizar la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Centroamérica, y la depreciación progresiva del peso en relaciòn con el dòlar hasta llegar a una tasa que, aunque no se menciona de manera expresa, se tiene entendido que estarìa en el orden de 40 a 41 por dólar en vez de los 33/34 en que se ha mantenido prácticamente desde el mismo arribo al poder de la actual administración.
Sobre lo primero, parece haber consenso, o al menos, no existe manifiesta oposiciòn. De hecho, con el acuerdo a que se ha llegado con la empresa Chevron Texaco, es de esperar que no surjan màs inconvenientes para su entrada en vigencia.
Pero en cuanto a lo segundo es otro cantar.
Las actuales autoridades monetarias y el gobierno han resistido los persistentes reclamos del sector zonfranquero para que aumente la tasa del dòlar. De hecho, el principal logro econòmico que se atribuye a la presente administración es haber mantenido la estabilidad macroeconómica con una tasa de cambio que se ha mantenido en el rango de entre 33 y 34. Tal parece ser la realidad del mercado. Ni que decir que esta estabilidad es esencial para el mejor desenvolvimiento de la economìa y de los negocios, que durante los dos últimos años del Presidente Mejìa acusaron el màs errático comportamiento siempre hacia el alza, llegando a alcanzar el nivel de 58 por uno.
Hemos dicho y sostenido que las zonas francas, cuyo modelo en su concepción original està agotado e inexorablemente cercano a desaparecer, debe recibir respaldo del gobierno para contribuir a su reconversión en unidades de producción eficientes y competitivas, sobre todo por razón de los empleos que genera. Pero las fòrmulas de ayuda tienen que ser creativas y en modo alguno conspirar contra el resto del paìs.
Quienes sostienen que para sobrevivir las zonas francas precisan de un peso màs devaluado, silencian las consecuencias que esto tendría para la economìa general y còmo influirìa de manera negativa sobre el ya bien sobrecargado costo de la vida.
Con un dòlar a 40 o 41 pesos en vez de a la tasa actual…¿no se desequilibrarìa el prespuesto de la naciòn afectando todas sus diversas partidas, incluyendo educación, salud, obras pùblicas y planes sociales? ¿no tendría el gobierno que utilizar màs pesos para comprar los dólares necesarios a fin de pagar el servicio de la cuantiosa deuda externa? ¿no habrìa que emplear tambièn muchos màs pesos para pagar la factura petrolera? Y de igual modo, ¿para pagar todas las importaciones de bienes, maquinarias y servicios?
Y si esto es asì… ¿no se afectarìan los costos de producción y operación locales de todas las actividades industriales y comerciales? ¿no habrìa que pagar màs cara todavìa la electricidad? ¿y los combustibles? ¿y el transporte? ¿y el gas? ¿y los alimentos? ¿y los fertilizantes e insumos para la agricultura?
¿No afectarìa esto de manera general y significativa el costo de la vida? ¿Pudiera la inmensa mayorìa de la gente resistir màs agobios sobre su ya bastante lesionada economìa domèstica? ¿Còmo mantener un mínimo de estabilidad social, al margen de estallidos de còlera y desesperados actos de sublevación? ¿Se imaginan el costo social y político y el riesgo institucional que todo esto conllevarìa a una población que està pagando las consecuencias de toda una serie de situaciones de las que no es responsable sino vìctima?
Ojalà las voces de enjundiosos economistas y representativos de las zonas francas que abogan con tanta determinación por una mayor devaluación del peso, pudieran arrojar luz sobre estos preocupantes aspectos.
Demostrar que estamos equivocados y proveer tranquilidad a quienes, por el contrario, creemos que depreciar el peso como tabla de salvación de las zonas francas, comportarìa los màs graves riesgos y perjuicios para el resto del paìs.
Si estamos errados, que se nos demuestre.
2007-02-27 19:54:53