Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla.

Por nueva vez, el Departamento de Estado de los Estados Unidos ha dado a conocer su informe sobre la situación de los derechos humanos en otros paìses.  Es una historia que se repite de año en año.  Un derecho que se han arrogado al parecer por mandato divino, como en las antiguas monarquías absolutistas.  Un ejercicio cuyos resultados pueden ser cuestionados, lo que generalmente ocurre, pero que a fin de cuentas nadie les puede impedir.

En nuestro caso, el reporte nos ofrece algunas verdades, otras a medias, ciertas exageraciones y apreciaciones injustas.

Como siempre el informe estadounidense hace referencia a los famosos “intercambios de disparos”.  En esta ocasión, establece que un total de 361 personas perdieron la vida por ese motivo.  Sin embargo, reconoce que 298 de esas muertes, es decir prácticamente cinco de cada seis, se produjeron como consecuencia de intercambios reales en que los agentes policiales los cuales debieron apelar a sus armas reglamentarias en defensa propia para repeler a malhechores artillados, los  cuales les hicieron frente y resistencia al momento de intentar ser arrestados.

Esta parte es importante destacarla por dos razones.  En primer lugar, porque evidencia que el nùmero de alegadas ejecuciones policiales ha descendido de manera significativa, aunque lo ideal es que no ocurriese en ningún caso.  Y en segundo tèrmino, porque pone tambièn de manifiesto el nivel de agresividad y peligrosidad de la delincuencia que hoy enfrenta la fuerza pùblica.

Pero el aspecto màs significativo y recurrente en el informe es la consabida acusación de maltratos a los haitianos, lo que parece ser ya párrafo obligado en cada ocasión.  El reporte en este sentido acoge las versiones ofrecidas por grupos organizados dedicados a esa labor persistente de denuncia contra el pais.  No explican sin embargo,còmo entre 700 mil y un millòn de haitianos indocumentados se aferran a seguir viviendo en un paìs donde alegadamente se les discrimina, maltrata y persigue. Serìa un extraño caso de masoquismo colectivo.

Mucha razòn tiene el Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, cuando al comentar esta parte del informe estadounidense recuerda la gran cantidad de empleos ocupados por haitianos asì como los servicios de educación y salud que reciben, al tiempo de reclamar al poderoso vecino que abra su territorio a la inmigración del otro lado de la frontera, que venimos soportando casi de manera exclusiva.

Obviamente esto parece bastante difícil por no decir ilusorio,  tomando en cuenta la abierta persecución de que ahora mismo son objeto los inmigrantes ilegales por parte de las autoridades norteamericanas. 

De muestra un simple botòn.  Ahora mismo se acaba de reportar, no lógicamente por el Departamento de Estado sino por las agencias noticiosas, que en New Bedford, Massachussets, unos cien niños han quedado al garete en sus colegios y con sus niñeras después que sus padres fueron detenidos por las autoridades migratorias norteamericanas en el allanamiento a una fàbrica de cuero que al parecer empleaba a inmigrantes indocumentados.   Sobran palabras. No es el ùnico caso.  Es la vieja pràctica de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

En cuanto al resto del informe: el trabajo de menores, el tràfico de personas, las condiciones precarias del sistema carcelario, el intenso tràfico de drogas precisamente hacia el pròdigo mercado norteamericano, el de màs elevado nivel de consumo en el mundo, y otros males que arrastramos no tienen nada de novedoso.  Son el amargo pan nuestro de cada dìa, que se repite en la totalidad de los paìses pobres y subdesarrollados como el nuestro, con bajo nivel de institucionalidad, mucha corrupciòn e impunidad y grandes desniveles sociales.

Son males por demàs que no hay la menor necesidad de que vengan de fuera a enrrostrarnos porque sobradamente los conocemos, denunciamos, combatimos y hacemos ingentes esfuerzos por superar para lo cual, aparte de sus recordatorios y buenos deseos, no siempre recibimos la necesaria ayuda para lograrlo del apreciado y pròspero vecino  que es al mismo tiempo nuestro principal socio comercial a la vez que somos el màs importante conque èl cuenta en el àmbito caribeño.

2007-03-13 14:48:39