EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
La anunciada visita del Presidente de Haití, Renè Garcìa Prèval al paìs para participar en la cumbre organizada con la finalidad de articular estrategias comunes de prevención y lucha contra el narcotráfico, es de una importancia que trasciende con mucho este solo aspecto, ya de por sì de tanta significación.
Ciertamente el problema de la introducción ilegal de estupefacientes tanto a Haití como a Repùblica Dominicana da para llenar una amplia agenda entre ambos gobernantes. Es de gran interès y de enorme perjuicio para ambos lados de la isla.
Desde hace unos años, las emergentes mafias de la droga que sustituyeron a los desmantelados carteles de Cali y Medellín escogieron la ruta de Haití y Repùblica Dominicana como corredores propicios para enviar grandes alijos de drogas al pròdigo mercado norteamericano. La extrema debilidad de Estado en descomposición que presentaba el territorio vecino, una frontera altamente vulnerable y la limitación de recursos de que disponemos de este otro lado de la isla para protegernos de la invasión de los narcos ofrecían condiciones inmejorables para el tràfico.
Este se ha venido produciendo de manera creciente. Como tambièn el lavado de recursos. De modo igualmente creciente, la droga se nos ha ido metiendo en todos los resquicios del tejido social aquejado por los màs elevados niveles de corrupciòn y de impunidad. Hoy el tràfico internacional y el microtràfico y consumo local se han convertido en un verdadero cáncer y constituye uno de los principales desafíos que enfrentamos en el terreno de la un avanzado estado de descomposición social y familiar tanto como de la cuestionada seguridad ciudadana y el orden pùblico. En Haití la situación seguramente es mucho peor.
De ahì, la importancia de desarrollar estrategias conjuntas para enfrentar esta problemática cuya gravedad se acentúa de dìa en dìa, poniendo en riesgo el ejercicio de la gobernabilidad y aùn las mismas bases de sustentación del Estado.
Sin embargo, la agenda entre Haití y Repùblica Dominicana es de mayor latitud como señalamos al principio. Y hay por lo menos dos temas que junto con el del narcotráfico, resultan de máxima prioridad.
El màs escabroso es de la inmigración. El paìs no puede seguir soportando el elevado flujo de inmigrantes indocumentados llegados del otro lado de la frontera, en unos casos burlando la vigilancia de esta parte; en otros sobornándola y comprándola como es pràctica tradicional a lo largo del tiempo, denunciada una y otra vez, en particular por los obispos católicos de la región, que una vez màs han dejado sentir su voz acusatoria en este sentido.
El otro que tambièn reviste significación es de carácter màs positivo. Se refiere a la posibilidad de incrementar el intercambio comercial entre ambos paìses. Ahora mismo, Haití es nuestro segundo mercado de mayor volumen de exportación. Esto asì, pese a que existe un intenso comercio de contrabando en ambas direcciones. De aquì para allà mercancías y autos robados en cantidades apreciables, de allà para acà drogas y armas sobre todo a màs del tràfico de indocumentados.
Por vìa de ese incremento comercial pudiéramos tambièn promover obras de comùn interès y esfuerzo que contribuyan en particular a inyectar nueva vida a las deprimidas provincias fronterizas. Es otra posibilidad lógica entre paìses que comparten un mismo territorio y que debieran mantener relaciones cordiales y transparentes de convivencia.
Como es obvio, para ello habrìa que desmontar las interesadas, continuas y financiadas campañas difamatorias orquestadas en contra del paìs con posiblemente los màs torcidos fines y llevadas a cabo con enfermiza persistencia no obstante ser la Repùblica Dominicana la voz que ha clamado con acento màs elevado y mayor insistencia en todos los foros internacionales por la ayuda que precisa Haití para salir del estado de prolongada postración que ha venido arrastrando.
En este sentido, el Presidente Garcìa Prèval, que ha dado siempre evidencias de ser hombre prudente y mesurado, pudiera enviar una señal muy positiva a favor de la mejor convivencia entre ambos pueblos si a su vez levanta su voz para rechazar y condenar esas campañas que dividen, cizañan y enturbian el clima entre dominicanos y haitianos.
Sugerirlo por nuestra parte con la debida cortesía y acogerlo de la otra con el necesario calor, serìa un paso muy importante para hacer que las relaciones entre ambos pueblos alcancen el nivel de òptima convivencia y colaboración que resulta deseable y de mutua conveniencia.
2007-03-16 16:08:07