-EL TIRO RAPIDO-
de
Mario Rivadulla
Bien hizo el Presidente Leonel Fernández, en el discurso que pronunciò en la recièn celebrada cumbre antidrogas a la que servimos de anfitriones, en señalar que despuès del 11 de Septiembre del 2001, fecha infausta del destructivo ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, la vigilancia de los cuerpos especializados estadounidenses en la lucha contra el narcotráfico descendiò un sesenta y dos porciento en el àrea del Caribe. El dato està bien documentado y procede de las propias fuentes autorizadas de los Estados Unidos.
Sus afirmaciones en tan importante foro, donde estaba presente precisamente el embajador norteamericano Hans Hertell, vinieron muy a punto y de hecho constituyen una respuesta, màs que simple reproche, al señalamiento de que el tràfico de estupefacientes se ha cuadriplicado en la regiòn.
De cierto que la cantidad de droga trasegada por esta agua ha aumentado de manera significativa. Pero no hay estadísticas coincidentes ni manera de comprobar con exactitud en què magnitud. Asì, mientras las autoridades norteñas estiman que asciende a màs de cien toneladas por año las que se reciben en Repùblica Dominicana. una figura tan bien enterada del tema, sin embargo, como lo es el diputado Pelegrìn Castillo, asegurò en su comparecencia del pasado jueves en TELEDEBATE que una cifra màs real oscila entre las doscientas y trescientas toneladas. Cual sea en definitiva, se trata de una cantidad impresionante con un valor de miles de millones de dólares.
Ahora bien: ¿Somos nosotros, paìses pobres, pequeños, haciendo esfuerzos ingentes por salir del subdesarrollo como nosotros o de la extrema miseria como Haitì, responsables de esta situaciòn? Urgidos de grandes apremios en àreas tan básicas como salud, educación, vivienda digna y trabajo…¿Podemos acaso disponer de los recursos extraordinarios que reclama enfrentar a los grandes y poderosos carteles de la droga internacional?
En dìas recientes, el propio embajador Hertell declarò que los Estados Unidos asume como propio el problema de la Repùblica Dominicana en el caso de las drogas. Se agradece el gesto. Pero serìa màs propio y verídico decir que nosotros hemos debido asumir como propio el problema de las drogas de los Estados Unidos, donde existe el mayor nùmero de consumidores y hacia donde se dirige el grueso de los alijos de narcóticos que se trafican a travès de Repùblica Dominicana.
Nos hemos convertido en vìctimas de un problema que no era nuestro, y que ha pasado a serlo por la infortunada circunstancia de nuestra ubicación geográfica en el Caribe, la vulnerable frontera con Haitì y nuestra pobreza de recursos defensivos. Hoy no solo hemos caìdo en manos de los carteles de la droga, sino que contamos con una gran cantidad de microtraficantes barriales y decenas de miles de adictos, con un nùmero cada vez mayor y màs preocupante de adolescentes y niños involucrados, tanto en la distribución como en el consumo.
Cierto que el problema tiene un gran componente social, como bien recuerda con su habitual agudeza la pluma de Adriano Miguel Tejada, en Diario Libre. Y que es preciso atacarlo de raìz si queremos salir exitosos de esta batalla, yendo a los barrios y ofreciendo a los potenciales futuros narco-pandilleros un ejemplo que permee hacia abajo, oportunidades distintas de vida y reconocimiento social y una escala de valores, hoy boca abajo, ubicada en la posición correcta. Tarea necesaria, indispensable, que es preciso comenzar cuanto antes. Pero que por desgracia, no se completa de un dìa para otro.
Hacen falta por tanto, las medidas de emergencia para tratar de poner freno al tràfico cada vez màs intenso de estupefacientes por territorio nacional. Para atajar el crecimiento desbordado de la violencia criminal, a menudo sádica como si quisiera cumplir un ritual o dejar un mensaje, asociada al narcotráfico que ha tomado nuestro pedazo de isla como escenario propicio. De reducir el aumento de los actos delictivos que siempre trae aparejado el incremento del comercio y consumo de drogas.
Dentro de este contexto real, actual, presente de exigencia inmediata, de medidas de contención que permitiràn trabajar màs a fondo en el contexto social para corregir las principales causas del problema, hay que saludar el compromiso adoptado por los presidentes participantes en la cumbre de establecer estrategias comunes y sentar líneas de cooperación màs estrechas para enfrentar el desafìo que representan los carteles.
Esto asì, al tiempo de reclamar de la comunidad internacional y de los propios Estados Unidos prestar ayuda en unos casos e incrementarla en otros para sustentar y apuntalar los esfuerzos que despliegan nuestros paìses, en algunos casos a pura mano pelada para combatir este gravísimo flagelo, del cual somos mucho màs vìctimas que responsables.
2007-03-21 18:11:44