Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

Por años y de manera cada vez màs acentuada y agresiva, un grupo de organizaciones y activistas, tanto locales como extranjeros, han venido desarrollando una campaña sistemática contra el paìs bajo el cargo de violaciones de los derechos humanos, específicamente con los inmigrantes haitianos, en foros e instancias internacionales. Estos grupos reciben generosos aportes económicos del exterior para financiar sus actividades.

La màs reciente acciòn emprendida contra el paìs consistiò en solicitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que exija al Estado Dominicano declararse racista.  La pretensión obviamente raya en lo absurdo y resulta a todas luces inadmisible.  Pero aùn en el hipotético y dudoso caso de que fue acogida, exigirìa del gobierno y el pueblo dominicanos el màs vigoroso rechazo.

Por cierto que la gestiòn a que hacemos referencia tuvo como escenario a Washington, donde estos grupos parecen disponer de varios diligentes cabilderos en el Congreso y el Gobierno Norteamericanos.  Paradójicamente su reclamo se produce en momentos en que el Departamento de Migración de los Estados Unidos, conocido en lenguaje coloquial como la “migra”, ha desatado una cacerìa contra los inmigrantes ilegales buscándolos en sus centros de trabajo,  llevándolos a prisión, separándolos de sus familias e iniciando los procesos de deportación que inexorablemente les devolveràn a sus paìses de origen.

La pertinaz campaña de estos grupos sin dudas que ha contribuido a presentar una imagen totalmente distorsionada de nuestro paìs en el exterior. Apelan a casos específicos y esporádicos, que se producen en todos las latitudes, y de que pueden ser –y son-  victimas tanto los inmigrantes como los nacionales, para proyectar la falsa impresiòn de que aquì existen una política de Estado  y una disposición colectiva de perseguir y maltratar a los haitianos, lo que dista mucho de la verdad.

Silencian que por el contrario, Repùblica Dominicana ha cargado con el peso de la inmigración ilegal haitiana que las naciones que los apoyan en cambio, rechazan. Que decenas de miles de haitianos trabajan en la agricultura, la construcción, el turismo y otras actividades sin que se les acose ni moleste. Que gracias a ello han encontrado aquì medios de subsistencia de que carecen en su paìs, y que su condición de vida en el peor de los casos no lo es màs que la de infinidad de dominicanos, tres millones de los cuales viven por debajo de la línea de pobreza.



Tambièn pasan por alto que Haití no ha contado con un cruzado màs apasionado ni consistente que la Repùblica Dominicana en todos los eventos y tribunas internacionales, reclamando ayuda para que el pueblo vecino pueda salir del estado de profunda miseria en que se desenvuelve y articular un proyecto de estado y sociedad que sea viable. 

Frente a esta campaña interesada, parcializada, de medias verdades, exageraciones y falsedades el paìs no puede seguir cruzado de brazos soportando resignada y calladamente el caudal de acusaciones injustas de que està siendo objeto de manera sistemática, cuyo pròximo episodio se anuncia tendrà efecto próximamente en Paris con otro montaje de imputaciones similares. Es hora de pasar a la contraofensiva en defensa de la nación y su imagen.  Asì como hemos sido y somos los principales cruzados de la causa haitiana reclamando una y otra vez la ayuda solidaria de la comunidad internacional para que el infortunado vecino pueda salir de su postración,   tenemos que serlo tambièn de nuestra propia causa.

La reciente visita del Presidente de Haitì, Renè Garcìa Prèval, al paìs, nos brinda una excelente oportunidad para iniciar esta necesaria contraofensiva.  Sus expresiones de amistad y firmes deseos de alcanzar niveles de cooperación y de realización de obras de comùn beneficio para ambos pueblos vecinos, son una demostración de confianza y buenas relaciones con Repùblica Dominicana lo que no serìa posible si fuésemos o nos considerase un paìs racista, y menos contra sus propios connacionales.   Como para que no quedasen dudas en este sentido,  el estadista vecino sellò su despedida con una rùbrica categórica al afirmar que aquí ni se persigue ni se maltrata a los trabajadores haitianos.  Màs claro no podìa ser.

La visita de Garcìa Prèval, su actitud y sus expresiones constituyen el mejor testimonio que echa por tierra el trabajo de zapa en contra de nuestra imagen internacional.  Ella, insistimos, debe servir de valioso punto de partida para la contraofensiva que estamos reclamando en defensa del paìs, sin que esto sirva de excusa en ningùn caso para silenciar la màs vigorosa condena a todo acto discriminatorio o abuso que pueda registrarse en contra de cualquier ciudadano sin importar su nacionalidad, color ni status legal.

2007-03-23 16:49:35