Opiniones

El complejo de Jano

OPINION

El complejo de Jano

La desgracia de nuestro país, es que no hemos podido erradicar a los políticos que se han hecho millonarios robando a los fondos públicos, saciando sus deseos de grandeza, jugando con la miseria y el hambre de los más desposeídos.

Por Luis Acosta Moreta

(Utilizo este lenguaje, que no es mi forma directa de tratar los problemas políticos y sociales, para que el traje se lo ponga quien entienda que está a su medida)

Uno de los pecados capitales de algunos intelectuales dominicanos es que padecen del síndrome de Jano.



Tienen diferentes personalidades, las cuales como una camisa utilitaria, se la ponen o quitan de acuerdo a las coyunturas y evoluciones sociales que les toca vivir.

Jano, ese Dios de la mitología griega era bueno y malo al mismo tiempo, y como pasa con varios de los intelectuales que nacieron en los fulgores de la caída de la tiranía de Trujillo, son testigos  del desarrollo de los acontecimientos, en unas ocasiones como convidados de piedra, en otros como juglares desfasados y en   algunas oportunidades, como sazonadores  de las carroñas que se comen los políticos.



La desgracia de nuestro país, es que no hemos podido erradicar a los políticos que se han hecho millonarios robando a los fondos públicos, saciando sus deseos de grandeza, jugando con la miseria y el hambre de los más desposeídos. Los políticos carroñeros de nuestra sociedad, son  los que se llevan el pan que debe llegar a los hambrientos, no los que todavía tenemos esperanzas de que haya una renacer de las fuerzas de lucha por reivindicaciones sociales.

Es fácil escribir y hablar  de hambre, miseria, desempleo y desesperanza, pero sin tener la praxis de conocer el bohío de piso de tierra, la familia que vive en casa sin sanitarios, teniendo que hacer las necesidades en fundas para tirarlas en el solar mas cercano, o el vía crucis de la familia que oculta con huesos y “sopa viva” el hambre ancestral.

Muchos intelectuales son hijos predilectos de Jano, porque pueden hablar de Gualey, de Guachupita, de los barrios marginados, mientras retozan con  pedacitos de quesos o jamones, y toman vinos, buenos o malos, creyendo que están en Saint German de Press, o los Campos Elíseos, mientras se alejan de las masas irredentas por temor a que se le pegue el grajo.

Algunos intelectuales creadores de imagen y maquilladores de la comunicación son los responsables de la existencia de los políticos que se alimentan de carroñas y de las desgracias del pueblo, los que son responsables de la mala distribución de las riquezas, de la miseria, la ignorancia, el desempleo, la falta de institucionalidad y el desasosiego de la inseguridad social.



Tiene que darse un gran movimiento de concertación nacional para hacer frente a los males que acogotan a los dominicanos, y ello será posible cuando sean desplazados los políticos perversos, los que hacen labor de relevo para mantener condiciones de vida injustas entre la gran mayoría de dominicanos.

Es una hipocresía de la intelectualidad que desde las calles El Conde, o  la Hostos, entre quesos, vinos y los humos emanados desde el café capuchino o expreso, creyendo que está en el Palacio de las Tullerías, hable de desigualdades sociales, cuando ni siquiera se digna por ver como están sus compatriotas al cruzar el río, donde está la más atormentadora de las miserias, y cometa el infortunio de criticar que una mujer pueda llevar su pelo arreglado o que los gatos acaben con los ratones.

Es bueno hablar de males sociales, detrás de la protección de la computadora o de  los versos inspirados en tertulias, y no conocer en carne viva los desequilibrios sicológicos y el daño irreparable a la familia que se produce cuando por su miseria, el estigma y el respeto personal de la mujer desaparece, porque no tiene con que prodigarse su mínimo arreglo personal.

¿Es qué acaso estos intelectuales también padecen el pecado de la indiferencia, todavía buscando escuchar el canto de los Joseses, porque han pasado toda su existencia sentados en las tribunas esperando que el llano se llene de llamas? ¿Cómo criticar al que quiere que los residentes en los barrios marginales no sean virtualmente mutilados por las plagas de ratones, y como recurso necesario y salvador comienza a repartir gatos?



El pecado de algunos intelectuales es que en el fondo rechazan a los que emprenden un trabajo por los humildes, por los pobres, porque eso les hace recordar su pasado, propio o generacional, cuando levantaban  las consignas de libertad o muerte, o jugando al verdinegro llevaron a uno de los  más noble  y democrático de los líderes sociales dominicanos, Manolo Tavárez Justo,  a respetar un juramento circunstancial, y tener que irse a unas montañas peladas o estériles, para dar vida a la crónica anticipada de  un suicidio político.

La miseria nuestra es producto del clientelismo político de personas perversas que accionan en la vida social, pero hay muchos intelectuales que son los maquilladores de esos carroñeros de ayer y de hoy, con uniforme o de civiles, por tener la falsa percepción de que serán los juglares de la revolución, que para ellos se  encarna ahora  en Hugo Chávez, luego de la vejez de Fidel Castro.

Y sobre la encarnación de discípulos  de Jano de intelectuales de nuestro tiempo, recordamos el tiempo frío después de la revolución, cuando muchos en las tertulias literarias levantaban la mano con el puño cerrado gritando revolución o muerte,  pero en las noches, o en almuerzos del medio día, comenzaban a prestar su colaboración para los estribillos de la Revolución sin Sangre, o negociar su entrada a programas privilegiados de Radio Santo Domingo, o mercadear al cigarrillo de moda.

Soy un defensor de los marginados, de los humildes, y agotaré mi última gota de sangre y energía defendiendo a los más pobres de este país. No sufriré el suplicio de los intelectuales, que tratando de alcanzar la gloria, le pidieron prestadas las alas de cera a Icaro, pero por temor e inacción temieron emprender el vuelo…

2007-03-25 21:21:17